¿Por qué no me quedo embarazada?

Tras 12 meses de intentos es conveniente realizarse un estudio de fertilidad para analizar las causas que impiden el embarazo

Redacción

Napoleón Bonaparte dijo que la victoria es del más perseverante. ¿Pero qué pasa cuándo la perseverancia no es suficiente? Cada vez son más las parejas que intentan tener un hijo pero, pese a la ilusión, no logran el embarazo. Los estudios de fertilidad son una evaluación completa de las diferentes causas que pueden impedir la gestación. Afortunadamente, la medicina reproductiva actual permite que prácticamente cualquier mujer pueda conseguir el embarazo deseado.

Se considera que una pareja sana debería lograr el embarazo antes de los 12 meses

Seguramente muchas personas se preguntan cuándo es conveniente acudir a una consulta de fertilidad. Se considera que una pareja sana debería lograr el embarazo antes de los 12 meses. Si pasado este tiempo todavía no se ha logrado, se debe analizar qué impide la gestación. Existen factores como la edad de la mujer que condicionan la fertilidad. Por ello, Buenaventura Coroleu, jefe del servicio de medicina de la reproducción de Salud de la Mujer Dexeus, apunta que por encima de los 36 años, debido a que la reserva ovárica se habrá visto reducida, no se debe esperar un año para realizar un estudio de fertilidad, sino únicamente seis meses. Aunque, señala, “no se puede ser categórico, ya que influyen diversos aspectos. La medicina no es matemática pura”. Si la mujer, por ejemplo, lleva cuatro o cinco meses intentándolo pero su madre tuvo una menopausia precoz, debe adelantarse el estudio, o tras una intervención de endometriosis u otras patologías ginecológicas. “Existen una serie de condiciones que obligarán a empezar el estudio de manera urgente”, asegura Coroleu. Cada vez es más frecuente que algunas parejas sanas decidan realizarse este estudio para conocer su fertilidad y así poder esperar o hacer una congelación de óvulos. “Se debería promover estos estudios de manera preventiva, sobre todo si se plantea retrasar el embarazo por encima de los 36 años”, subraya Coroleu.

El análisis del esperma masculino, el estudio de ovulación femenina y la valoración de la reserva ovárica de la mujer son tres pruebas básicas que se realizan a cualquier pareja que acude a una consulta de fertilidad. En función del resultado, se realizarán otras pruebas específicas. Las trompas de falopio, que unen la matriz con el ovario, por ejemplo, se valoran en función del resultado de las pruebas iniciales. “Si hay un problema grave del esperma ya no hará falta realizar un estudio previo de las trompas de falopio”, explica este especialista. “Se debe ir paso a paso para realizar las pruebas indispensables y evitar otras innecesarias”, añade. Si el problema es del esperma masculino, se realizará un estudio para descartar complicaciones como infecciones en las vías urinarias y seminales, un problema genético o varices a nivel del escroto, entre muchas otras causas. Si la mujer tiene un mioma o algún pólipo, se deben realizar diversos controles para valorar la matriz a nivel interno y descartar problemas de implantación del embrión.

Lo más habitual son padecer defectos en la calidad del esperma, de las trompas de falopio o en la ovulación. Si la causa se encuentra en una infección de las vías seminales, se propondrá tratamiento antibiótico específico, si se debe a una baja producción espermática se puede realizar un tratamiento hormonal y si el problema es de las trompas se aconseja una fecundación in vitro.

Pero no siempre se encuentra respuesta ante un problema de fertilidad. Un 25% de los casos se diagnostican como idiopáticos, es decir, sin causa conocida. Afrontar este diagnóstico puede ser complicado para muchas parejas. Por ello, asegura Coroleu, “es importante orientar a estos pacientes hacia técnicas que optimicen la fertilidad de la pareja, ya sea una inseminación artificial o una fecundación in vitro, en función de los factores de la pareja”. A veces no existe ningún problema fisiológico, sino que la mera obsesión por lograr el embarazo es la causa que lo impide. Y es que el estrés o la ansiedad pueden afectar negativamente. “Seguramente no serán causa de infertilidad, pero sí un motivo de reducción del potencial”, explica este ginecólogo. En estos casos se aconseja una visita al psicólogo, para que proporcione las herramientas adecuadas para controlar los niveles de estrés y ansiedad,  y el uso de técnicas como la acupuntura.

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