Láser femtosegundo y lentes multifocales en cirugía de catarata y presbicia
JAVIER MENDICUTE Diez años después de la introducción de las lentes intraoculares difractivas y tras dos años de desarrollo de los láseres femtosegundo para cirugía del cristalino, ambas técnicas se complementan para evitar el uso de gafas tras la cirugía de cataratas o prescindir de ellas cuando la presbicia nos obliga a empezar a llevarlas.
El láser femtosegundo permite que la cirugía del cristalino pueda ser programada y practicada con mayor seguridad. La transparencia de la córnea es la excepcionalidad del ojo que permite aplicar láseres en su interior. Desde las incisiones hasta la fragmentación del cristalino (opacificado en la catarata y endurecido en la presbicia), pueden ser practicadas con tal tecnología. Tras la captura, procesado y reconstrucción de las imágenes de las estructuras intraoculares sobre las que trabajaremos (córnea y cristalino), es posible programar el trabajo que ejecutará el láser. Todo el proceso se practica en menos de 1-2 minutos. El láser emite impulsos ultracortos (en el rango del femtosegundo) de energía a elevada frecuencia y permite cortar y fragmentar tejidos sin daños colaterales. Además, al poder ser practicado sin la apertura previa del globo ocular, depende menos de otros factores como las características propias de cada ojo, de la calidad del instrumental de corte o de la habilidad excepcional del cirujano. Tras el láser, el aspirado del contenido cristaliniano se complementa con la facoemulsificación que requerirá un menor uso de energía.
La implantación de una lente intraocular multifocal y su mejor centrado en un entorno habilitado por el láser femtosegundo abren la posibilidad de ver bien sin gafas. Existen diferentes diseños de lentes intraoculares multifocales que permiten ver bien de lejos y de cerca, e incluso modelos multifocales tóricos que permiten corregir de forma simultánea el astigmatismo. La personalización del diseño ideal para un paciente concreto con unas necesidades específicas de visión (laborales y de ocio) y para un ojo con unas características propias (astigmatismo corneal, diámetro pupilar) es también una de las claves para el éxito.
De lo mencionado cabe pensar que el médico oftalmólogo pudiera pasar a un segundo plano. Evidentemente, no. El cirujano sigue siendo pieza clave del proceso; gestiona el criterio clínico, valora las necesidades del paciente, informa sobre lo que ofrece la tecnología, toma las decisiones quirúrgicas para obtener el resultado deseado, las ejecuta y es quien deberá resolver las complicaciones, si las hubiera. Sin embargo, no podemos ignorar que tenemos a nuestra disposición una tecnología con la que podemos practicar nuestra cirugía de forma más reproducible y segura.
JAVIER MENDICUTE es Jefe de Servicio de Oftalmología Hospital Universitario Donostia