La psoriasis afecta a más de un millón de personas en España
Se trata de una enfermedad crónica e inflamatoria de la piel que afecta enormemente a la calidad de vida
Silvia Fidalgo
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel y de las articulaciones que afecta a alrededor de 125 millones de personas en el mundo y a 1.100.000 en nuestro país. No es contagiosa y sigue un curso crónico, aunque tiene remisiones temporales.
Esta enfermedad suele aparecer entre los 15 y 35 años, aunque también puede afectar a niños y a personas mayores. Aunque no es hereditaria, sí que existe una predisposición genética para padecerla, y un tercio de los afectados tiene familiares directos con psoriasis. A pesar de ello, su origen podría deberse también a factores medioambientales.
La psoriasis está producida por una activación indebida de los Linfocitos T, células blancas encargadas de proteger al organismo frente a infecciones y enfermedades. Cuando una persona padece psoriasis, los linfocitos T se activan indebidamente y desencadenan la proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos de la piel y también una proliferación de las células de la epidermis, los llamados «queratinocitos». El proceso habitual de renovación celular suele durar alrededor de 30 días. Cada mes las células de las capas más profundas suben lentamente a la superficie y reemplazan las células muertas, pero en las personas que padecen psoriasis este proceso es mucho más rápido y en sólo cuatro días las células nuevas están en la capa superficial de la piel (capa córnea), lo que provoca su acumulación. Por ello, su manifestación externa es en forma de lesiones cutáneas de tamaño variable, enrojecidas por la acumulación de sangre a causa de la inflamación y recubiertas de escamas blanquecinas de grosor variable.
La psoriasis se sucede de forma intermitente y puede desaparecer temporalmente y volver a aparecer de nuevo, incluso en otras partes del cuerpo. Por el momento se trata de una enfermedad que no tiene una curación definitiva, pero con tratamiento los pacientes pueden experimentar una gran mejoría en sus lesiones. El tratamiento debe ser personalizado, en función del tipo de psoriasis que se padezca, ya que no todas las personas responden igual a un una mismo medicación y existe un amplio abanico de posibilidades. En ocasiones, la enfermedad se hace resistente a un tratamiento, que deja de ser efectivo, y por lo tanto debe cambiarse por otro. También pueden darse remisiones espontáneas. El objetivo de los tratamientos es reducir la inflamación y frenar la proliferación de los queratinocitos de la epidermis.
En función de la gravedad de la enfermedad, el dermatólogo puede prescribir medicación por vía tópica, es decir, para aplicar directamente a las lesiones cutáneas, por vía oral, intramuscular o intravenosa (tratamientos sistémicos). La exposición a la luz ultravioleta (fototerapia)también es recomendable.
Por lo general, si la afectación es leve o moderada, se inicia con un tratamiento tópico. Si los tratamientos tópicos no son efectivos o la gravedad del caso lo requiere, se pasa a la fototerapia o al tratamiento sistémico. El criterio es usar primero los tratamientos con menos efectos secundarios y sólo pasar a otros más agresivos si los primeros fracasan.
Esta enfermedad no solo afecta de forma física, sino que puede repercutir psicológicamente a las personas que la padecen, ya que las lesiones pueden llegar a ser muy visibles y provocar vergüenza y sentimiento de rechazo, especialmente si se trata de niños. Numerosos estudios han demostrado que los enfermos de psoriasis ven reducida su calidad de vida respecto al resto de personas.