La enfermedad de Willis-Ekbom o la angustiosa necesidad de mover las piernas
El Síndrome de Piernas Inquietas afecta al 5-15% de la población
El 23 de septiembre se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, también conocido como la enfermedad de Willis-Ekbom, un trastorno sensitivo-motor que produce una angustiosa necesidad de mover las piernas, acompañada de sensaciones de malestar o dolor en las mismas y en otras partes del cuerpo, como los brazos.
Estas molestias se acentúan permaneciendo sentado o acostado, de modo que el paciente se ve impulsado a levantarse, caminar y moverse, disminuyendo así la sensación desagradable.
El trastorno afecta al doble de mujeres que de hombres, y se estima que tiene una prevalencia de entre un 5 y un 15% de los adultos, apareciendo con cierta severidad en un 2-3 % de la población.
Causa desconocida o asociada a algún factor de salud
La forma más frecuente de este Síndrome es la que afecta a personas antes de los 30 años, en ocasiones con un componente familiar, y con una causa desconocida, según explica Rafael del Río Villegas, director de la Unidad de Neurofisiología y Trastornos del Sueño de Vithas Internacional. Sin embargo, otra forma de este trastorno está asociada a la anemia por déficit de hierro, el embarazo o la enfermedad renal en fases avanzadas. En estos casos, la resolución de la causa suele suponer la curación de la enfermedad.
La dificultad para conciliar y mantener el sueño es una de las principales consecuencias de la enfermedad de Willis-Ekbom. A la larga, como señala este especialista, “puede producirse estrés adrenérgico junto con los despertares constantes por la noche, que pueden acabar representando un factor de riesgo cardiovascular. Además, también se conoce un importante impacto progresivo sobre otras esferas no motoras ni sensitivas, como es el caso de la depresión o los distintos estados de ansiedad generalizada, que retroalimentan el cuadro”, añade.
El tratamiento farmacológico pasa por la utilización de medicamentos como los agonistas dopaminérgicos, opioides, benzodiacepinas y diversos anticonvulsivantes. Entre las medidas no farmacológicas, destaca evitar el consumo excesivo de cafeína, el alcohol y el estrés emocional, y también influyen los horarios irregulares de sueño. También puede ser perjudicial el ejercicio intenso al final del día.