Hasta el 40% de la población sufre una alergia ocular
En el reciente XX Encuentro Anual de la Sociedad Española de Superficie Ocular y Córnea (SESOC) ha puesto en relevancia las novedades más destacadas en conjuntivitis alérgica, una enfermedad de prevalencia creciente que afecta tanto a niños como a adultos y que provoca un importante deterioro de su calidad de vida y, en ocasiones, daños visuales irreversibles.
La conjuntivitis alérgica es una enfermedad de prevalencia creciente que afecta tanto a niños como a adultos y que provoca un importante deterioro de su calidad de vida y, en ocasiones, daños visuales irreversibles. Esta patología consiste en una inflamación intermitente o continua de la conjuntiva (la membrana transparente que reviste y protege el segmento anterior del ojo y el interior de los párpados) de origen alérgico, afectando a personas sensibilizadas a proteínas de fuentes tales como pólenes de plantas y árboles, ácaros del polvo, mohos, epitelios de animales, o sustancias en el ambiente laboral. Los especialistas señalan que, a menudo, está infradiagnosticada (hay estudios que cifran hasta en un 40% su prevalencia) y, en consecuencia, infratratada.
“La evidencia clínica demuestra la importante afectación en la calidad de vida de los pacientes y el absentismo laboral y académico que provoca la conjuntivitis alérgica. Como aspecto a destacar, el absentismo laboral supone en los adultos una disminución de su productividad y, en los jóvenes, dificultades de aprendizaje que a veces contribuyen al fracaso escolar”, destaca la alergóloga Mª Cesárea Sánchez.
“La conjuntivitis alérgica es la forma más frecuente de alergia ocular, y el más común de los procesos inflamatorios no infecciosos del segmento anterior del ojo, representando alrededor del 35% de todas las conjuntivitis. Si al menos una de cada 4 personas padece algún tipo de trastorno alérgico, en el caso de la conjuntivitis alérgica estamos hablando más bien de prevalencias del 30%”, añade el alergólogo Ignacio Jáuregui Presa.
Ruperto González, también alergólogo, explica que “la alergia ocular se encuentra estrechamente relacionada con la rinoconjuntivitis alérgica (RA) en un porcentaje que supera el 65%. La RA se produce por una inflamación de la mucosa nasal y conjuntival frente a alérgenos ambientales en aquellos pacientes genéticamente susceptibles”.
El binomio conjuntivitis alérgica y ojo seco puede afectar hasta a un tercio de los españoles
Al mismo tiempo que la conjuntivitis alérgica se relaciona con la RA, también lo hace con el síndrome de ojo seco. Los especialistas explican que este síndrome ocurre cuando la película lagrimal (la fina capa de líquido a base de agua, mucina y grasa que hidrata y protege la córnea y la conjuntiva) es inestable o de calidad insuficiente para mantener los ojos bien hidratados. Y afirman que la alergia ocular y el síndrome de ojo seco son los trastornos más frecuentes de la superficie del ojo (pueden afectar por separado a un tercio de los españoles), los dos con un impacto potencial grave en la calidad de vida, y pueden coexistir y solaparse. De hecho, la primera condición puede ser un factor de riesgo para la segunda.
“El ojo seco engloba una amplia gama de causas, entre las que podemos encontrar la alergia ocular. La inflamación crónica o relativamente persistente de la conjuntiva que la alergia ocular provoca en nuestros pacientes, junto al inevitable uso de fármacos para su control sintomático (algunos de ellos tóxicos tanto por su acción como por su composición al requerir el uso de conservantes), terminan por alterar la estructura tisular y sus glándulas de secreción, dando lugar a una disfunción del todo el sistema que da lugar a lo que denominamos ojo seco. Su incidencia en los casos de pacientes con alergia ocular va a ir subiendo progresivamente con la edad, resultado casi en el 100% en atópicos por encima de los 35 a 40 años si usamos fármacos con conservantes como el cloruro de benzalconio y el tipo de mecanismos implicados”, asegura el especialista en superficie ocular, el Dr. Jesús Montero.
Enfoque de las nuevas líneas de tratamiento: eliminar conservantes, garantizar la máxima esterilización, preservar la hidratación del ojo y facilitar la convivencia con las lentillas
Actualmente, los colirios (como, por ejemplo, los antihistamínicos) son las formas farmacéuticas más empleadas para la administración tópica de sustancias activas. Los requerimientos de estos preparados son la esterilidad (asegurar ausencia de contaminación microbiana), la tolerancia (que sean compatibles con la superficie ocular sin causar daño al ojo) y la permanencia (que las concentraciones terapéuticas del fármaco se mantengan durante el tiempo necesario en los tejidos diana).
“Los colirios juegan un papel fundamental en el tratamiento de las afecciones oculares del segmento anterior. Los fármacos administrados a nivel tópico ocular han demostrado mayor eficacia y menos efectos adversos que cualquier otra vía de administración”, apunta la Dra. Sánchez.
Para los especialistas participantes en el simposio, el problema es que, para mantener la esterilidad y la tolerancia, la mayoría necesitan contener en su composición una serie de excipientes, incluyendo conservantes con efecto tensioactivo que, a la larga, en procesos crónicos como lo suele ser la conjuntivitis alérgica, pueden desestabilizar la película lagrimal y llegar a dañar el ojo provocando o agravando un síndrome de ojo seco preexistente.
Las nuevas líneas de tratamiento en los colirios antihistamínicos persiguen el abordaje de las alergias oculares a través de diferentes mecanismos que optimicen el alivio y reduzcan los efectos secundarios, con el foco en preservar la película lagrimal y reducir al máximo la deshidratación del ojo.
Para Leonardi, “los antihistamínicos más nuevos no solo son seguros en términos de posibles efectos secundarios sistémicos, sino que también tienen múltiples efectos antialérgicos en la superficie ocular, extendiendo su acción más allá del antagonismo del receptor de histamina, protegiendo a los mastocitos de su activación y a las células epiteliales del daño inflamatorio y ambiental”.
Los especialistas participantes coinciden: “Los propios principios activos son nuevos antihistamínicos no sedantes, potentes, limitando su acción a la superficie ocular con mínima absorción sistémica, y sin actividad anticolinérgica que pueda contribuir a la deshidratación del ojo. La tendencia actual es evitar los conservantes en su formulación; lo cual puede hacerse mediante envases multidosis de última generación, provistos de sistemas de filtración esterilizante que evitan la contaminación del contenido. Por otro lado, algunos nuevos colirios antihistamínicos previenen también el problema potencial de los depósitos corneales de calcio evitando estrictamente el uso de tampones fosfato para la corrección del pH. La formulación oftálmica de bilastina, que estará disponible en los próximos meses, añade, además, ácido hialurónico para mantener la hidratación natural de la superficie ocular”.
Adicionalmente, los nuevos tratamientos buscan facilitar su convivencia con las lentillas. Oftalmólogos y alergólogos coinciden en que la conjuntivitis alérgica irrita, enrojece e inflama la superficie ocular, y aumenta la producción de lágrimas y de mucina, en forma de legañas.
Para ellos, “las lentillas son un objeto extraño al ojo, que puede incrementar la irritación del ojo alérgico, añadir contaminación bacteriana o vírica, e incluso provocar una reacción de cuerpo extraño, con formación de papilas gigantes en el interior de los párpados, complicando mucho el tratamiento de la conjuntivitis alérgica. Para disminuir el riesgo de estas contingencias, es fundamental que los colirios empleados en el tratamiento de la conjuntivitis alérgica tengan una formulación lo más parecida posible a la película lagrimal, en términos de viscosidad, pH, osmolaridad, etc.; que carezcan de efectos anticolinérgicos, propiciadores de mayor sequedad de la superficie ocular y que tengan propiedades lubricantes naturales, como el ácido hialurónico”. Redacción.