Fumar, la otra pandemia
El tabaco es responsable de 1 muerte cada 6 segundos en el mundo y representa uno de los mayores desafíos de salud pública
Los datos entre tabaquismo y mortalidad son la demostración de una pandemia. El consumo de tabaco mata, en el mundo, a 1 persona cada 6 segundos y a 1 de cada 2 fumadores. También es un arma de doble filo, porque también daña el medio ambiente de la persona fumadora. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón por un fumador pasivo aumenta en un 35% y puede inhalar hasta 4.000 sustancias tóxicas. De hecho, se ha demostrado que estar en un lugar cerrado con fumadores equivale a fumar 16 cigarrillos. El problema aumenta de magnitud cuando hablamos del riesgo que suponen los niños, que son más propensos a sufrir otitis, convulsiones asmáticas e infecciones respiratorias.
Los países de ingresos medios y bajos son los principales consumidores de tabaco, representando el 80% de los 1,3 mil millones de consumidores en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una persona que consume un paquete al día gasta alrededor de 1.500 € al año. Por lo tanto, en las familias donde se mantiene este hábito, puede llevar a una pérdida significativa en su presupuesto anual, aumentando la pobreza en los hogares más desfavorecidos.
¿Qué beneficios obtenemos cuando se deja de fumar?
Aunque el riesgo de desarrollar cáncer persiste incluso después de 15 años después de dejar de fumar, abandonar esta adición durante al menos 48 horas ya tiene efectos positivos en el cuerpo, como la normalización de la presión arterial y el pulso (solo en un calor la frecuencia cardíaca se eleva de 10 a 15 latidos por minuto), la mejora de los niveles de oxígeno en la sangre, la disminución de la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco y la mejora del olfato y elgusto. En un año, las membranas mucosas del pulmón se recuperan y las infecciones se reducen. La circulación mejora, la tos desaparece y la dificultad para respirar, se gana concentración y disminuyen los dolores de cabeza. A los 5 años de edad, la mortalidad se reduce a la mitad. El riesgo de sufrir un ictus y también de desarrollar cáncer se reduce, y en el caso de tener una enfermedad crónica, la salud mejora significativamente.
¿Qué otros daños conlleva fumar?
La nicotina es emocionante, pero al mismo tiempo relaja y produce más adicción que la heroína o la cocaína. El amoníaco, también presente en el tabaco, potencia sus efectos adictivos. Causa el envejecimiento neuronal con menor capacidad de respuesta cerebral y pérdida de memoria a largo plazo. Genera una dependencia de unos 30 años de media, y por ello es fundamental que exista un apoyo profesional y medicación adecuada para dejar de fumar. Sin apoyo, solo el 4% de los casos tienen éxito.
El alquitrán, uno de los componentes del tabaco, contiene arsénico y cianuro, y causa broncoespasmos, asma y, a largo plazo, cáncer o enfisema. El cáncer de pulmón, el más común entre los fumadores, es uno de los que genera mayor mortalidad, ya que el tumor no causa dolor y tiene síntomas leves como toser o expulsión de sangre con tos. Cuando este es el caso, la enfermedad generalmente se encuentra en una etapa avanzada. La lesión no se puede ver si no se realiza una tomografía computarizada y el 80% de los casos no se pueden operar. “De cada 100 diagnósticos de cáncer, el 15 o 16% sobreviven”, afirma Ramon Marrades, neumólogo del Hospital Clínic de Barcelona.
Además de las consecuencias a largo plazo, fumar reduce la fertilidad tanto en mujeres como en hombres, y estos últimos tienen un mayor riesgo de disfunción eréctil. El deterioro físico también es evidente, en la apariencia del fumador. Los dientes se vuelven amarillos, los dedos y las uñas y la piel tiende a arrugarse y tener psoriasis. En el caso de embarazo, hay un mayor riesgo de aborto espontáneo y complicaciones, y los bebés generalmente nacen con bajo peso porque hay un retraso en el crecimiento.
Hace años han salido al mercado alternativas al consumo tradicional del tabaco: el tabaco sin combustión. Cada vez son más populares los estos dispositivos electrónicos en España. Hasta ahora solo existían los que llamamos vaporizadores, pero ahora se cuenta con los calentadores de tabaco sin combustión. Estos nuevos dispositivos han aparecido como una verdadera revolución. La diferencia entre los cigarrillos o el tabaco calentado es que en estos últimos no se produce combustión, lo que reduce potencialmente el riesgo sobre la salud de los consumidores, según los estudios realizados por las tabaqueras. “La mayor parte del daño asociado a los cigarrillos convencionales es causado por los tóxicos del humo producido por la combustión del tabaco”, explica el neumólogo.
Sin embargo, la pandemia de COVID-19 ha sido un punto de inflexión para que muchas personas consideren dejar de fumar o decantarse por estas alternativas, dado que la evidencia científica ha demostrado que los fumadores tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave que los no fumadores. M. T. T. (SyM)