El futuro del cáncer está en la inmunoterapia
Raquel González Arias. Enviada especial a Boston
La inmunoterapia de segunda generación y concretamente la terapia CAR (receptores de antígenos quiméricos por sus siglas en inglés) ha sido elegida como la tecnología más prometedora de la próxima década en el tratamiento del cáncer, según un panel de expertos reunidos del 25 al 27 de abril en Boston con motivo del segundo Foro Mundial de la Innovación Médica. Durante el encuentro, al que Novartis invitó a periodistas de varios países, se plantearon también otros retos actuales en oncología como la necesidad de potenciar el acceso de los pacientes a los ensayos clínicos o la cronicidad del cáncer.
En ocasiones, los pacientes oncológicos en los que, por ejemplo, las terapias disponibles han fallado, pueden beneficiarse de su inclusión en ensayos clínicos y acceder así a nuevos tratamientos en fase de investigación. Sin embargo, la falta de comunicación o el desconocimiento conlleva el que muchos se queden fuera. Para mejorar el reclutamiento, coinciden los expertos, hay que promover la interacción entre los pacientes y sus médicos. Según el doctor George Demetri, director del Centro para el Sarcoma y el Cáncer de Hueso del Instituto del Cáncer Dana-Farber de Boston, “los pacientes deben tener acceso a la opinión de los expertos acerca de cuáles son los mejores ensayos para su enfermedad”. En su opinión, “no debería ser mucho más fácil encontrar el mejor ensayo clínico en ‘Dr. Google’ de lo que lo es encontrar los mejores restaurantes chinos”.
Inmunoterapia: la promesa a diez años
Entre las terapias que actualmente generan más expectativas en cáncer se encuentra la inmunoterapia celular y, dentro de ella, la terapia CAR, elegida en este Foro Mundial de la Innovación Médica como la tecnología más prometedora de la próxima década. Los CARs son proteínas que permiten a ciertas células inmunes, llamadas células T, reconocer un objetivo específico en las células tumorales. Se trata de una terapia individualizada todavía en fase de desarrollo que busca estimular el propio sistema inmune del paciente para que sea este el que luche contra ciertos tipos de cáncer. La técnica consiste en extraer células T del propio paciente que son reprogramadas en el laboratorio y administradas de nuevo a este para que una vez en el cuerpo reconozcan y ataquen las células tumorales e incluso recluten a otras células del sistema inmune para que se unan a la lucha.
En esta línea consiste precisamente la colaboración entre el Instituto de Investigación Básica de Novartis en Boston y la Universidad de Pensilvania, en un proyecto pionero a nivel mundial que lidera el doctor Carl June y del que se prevé surjan nuevos tratamientos en el futuro.
Para la doctora Marcela Maus, directora de inmunoterapia celular en el Hospital General de Massachusetts, “esta tecnología tiene el potencial de convertirse en una terapia de primera línea en el manejo del cáncer”. De hecho, y aunque todavía en fase de desarrollo temprano, ha obtenido resultados sin precedentes en algunas poblaciones de pacientes que habían dejado de responder a otros tratamientos. No obstante, todavía hay que superar algunos obstáculos porque si bien ha demostrado eficacia en tumores hematológicos, sigue siendo poco efectiva en los sólidos. Las investigaciones se dirigen también a la combinación de este tipo de tratamiento con otras inmunoterapias como los inhibidores de la PD-1 y los fármacos anti-CTLA4.
Hacia la cronicidad del cáncer
Durante la sesión dedicada a terapias curativas, se planteó el interrogante acerca de cuándo el cáncer se convertiría en una enfermedad crónica. La mayoría de los ponentes, entre los que se encontraban los doctores Betsy Navel, presidente del Hospital de Brigham y de Mujeres de Boston; Gary Reedy, director ejecutivo de la Sociedad Americana del Cancer, o Peter Slavin, presidente del Hospital General de Massachusetts, coincidieron en que podríamos estar hablando del cáncer como enfermedad crónica dentro de diez años, aunque hubo quien apuntó que para algunos pacientes esto era ya una realidad.