Densitometría, herramienta de control en entrenamiento de deportistas de élite
Esta prueba diagnóstica también puede resultar de gran utilidad para realizar seguimiento de lesiones y poder analizar la eficacia del tratamiento de rehabilitación
Para un deportista de élite el buen estado físico es una herramienta imprescindible. Para ello, constantemente se somete a numerosas pruebas. Su rendimiento está estrechamente relacionado con su peso, que pasa por una óptima distribución de la grasa y de la masa muscular. Para estos profesionales, la densitometría se ha convertido en un instrumento de gran utilidad para realizar un seguimiento de su evolución tanto durante la temporada como fuera de ella.
Cada vez existen más estudios que avalan esta prueba como método de valoración del volumen y distribución de la grasa. A través de un análisis completo por zonas se obtienen los resultados detallados de la composición corporal, el peso total desglosado en masa grasa, masa muscular y hueso. Además, ante una lesión, un correcto seguimiento puede ayudar a detectar si la rehabilitación está teniendo los resultados esperados. El densitómetro iDXA, de GE Healthcare, mediante un código de colores, muestra dónde se concentra la grasa. El objetivo es encontrar la composición corporal óptima para conseguir el máximo rendimiento. Por ello, clubes deportivos como el Barça o el Siena AC italiano o el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat ya disponen de esta tecnología.
Con ella se puede realizar una prueba en pretemporada y establecer la línea base sobre la que trabajar el programa de entrenamiento y nutrición. Durante el periodo deportivo se monitorizan los resultados, ayudando a los atletas a lograr y mantener el máximo rendimiento. Por ejemplo, un deportista de 96,1 kilogramos en pretemporada tiene 14,7 kilos de grasa. En su etapa de máximo rendimiento pasa a 97 kilos, pero con dos kilos menos de grasa y tres más de músculo. De hecho, puede ser una herramienta de utilidad en personas que sigan tratamiento para perder peso. Un error que se comete habitualmente es hacer una dieta en la que pierde peso y volumen pero no de grasa sino de masa muscular. Y es que lo primero que se quema es el glucógeno muscular, después el agua y finalmente la grasa.
Otro de los usos de esta tecnología se centra en ver cómo evoluciona una zona lesionada. Tras una lesión se generan atrofias debido a la falta de ejercicio. Con la densitometría se puede mejorar el programa de recuperación comparando la región lesionada con los valores que presentaba antes de la lesión. De esta forma, se puede observar si el tratamiento está teniendo efecto o, en caso contrario, recomendar otras pautas de rehabilitación.
Gracias a una nueva herramienta denominada CoreScan se puede medir la cantidad de grasa visceral en la zona abdominal, como parte del análisis de composición corporal. Ésta grasa, que envuelve el corazón, el hígado, los riñones y el páncreas, es la potencialmente más peligrosa para la salud. Representa un riesgo cardiovascular, de diabetes, hipercolesterolemia, hernia de hiato e hígado graso.
Esta tecnología la ha aplicado también el Comité Olímpico sueco en Östersund, el equipo de fútbol americano Green Bay Packers, los golfistas de la PGA Tour o el equipo olímpico británico de Triatlón, entre otros.
IMAGEN
El mapeado de colores muestra un incremento de masa grasa en el tronco por falta de ejercicio. El rojo determina que la zona ha superado el 25% de grasa. En este deportista profesional la rehabilitación no alcanza el pico de máximo rendimiento previo a la lesión. Al lesionarse su peso total era de 94,7 kg, con un total de masa grasa de 11,3 kg y masa magra de 78,8 kg. A los siete meses el peso era de 95,2 kg, con un aumento de 2,9 kg de grasa y una disminución de masa magra de 2,3 kg.