¿Cuándo empezar a cuidarse la piel?
El envejecimiento no se limita a los últimos años de la vida, sino que es un proceso que empieza mucho antes
Los primeros signos del envejecimiento empiezan a aparecer hacia los 25 años de edad, pero no son notorios hasta los 40
S.L.
Desde bien joven uno debe empezar a cuidarse la piel, concretamente es a partir de los 25 años de edad cuando ésta empieza a perder tersura y se inicia el envejecimiento celular, aunque sólo se aprecia microscópicamente. Durante esta etapa, el cuidado de la piel debe centrarse simplemente en mantenerla limpia e hidratada. Una hidratación que, a pesar de la idea generalizada que pueda haber, no suele consistir en el uso de cremas hidratantes. De hecho, tal y como afirma el dermatólogo Antonio Campo, director médico de Clínica Campo Optimage y especialista del hospital Clínic de Barcelona, no suele ser necesario el uso de cremas hidratantes a esa edad, a no ser que se tenga unas necesidades concretas. Incluso, añade, “utilizar una hidratante cuando no es necesario puede provocar un efecto rebote, es preferible optar por un sérum”. A diferencia de las cremas, los sérums disponen de activos más potentes que hacen que la penetración de los ingredientes llegue a las capas más profundas de la piel. Además, su textura más ligera posibilita que la absorción sea más rápida. Eso sí, tal y como advierte Jordi Peyrí, jefe del servicio de dermatología del Hospital de Bellvitge de Barcelona y profesor de dermatología de la UB, es importante escoger productos que estén científicamente probados y testados de manera independiente. “Se ha avanzado mucho y hay tratamientos capaces de activar la producción celular, pero se venden muchas utopías”, señala. De este modo, para que un producto tenga garantías, hace falta años de estudio, con ensayos clínicos y pruebas en personas. Aunque los signos del envejecimiento empiezan a aparecer de manera más notoria a los 30-35 años, en forma de leves líneas de expresión (sobre todo alrededor de los ojos), no es hasta los 40 cuando las arrugas ya empiezan a ser profundas y la pérdida de firmeza se hace más notable. Es, para muchos especialistas, el momento clave para actuar.
El proceso de envejecimiento empieza a evidenciarse a partir de los 40 años de edad, pero se acelera de forma considerable a partir de los 50, con la aparición de la menopausia. Está demostrado que con la disminución de los estrógenos se produce una pérdida de espesor cutáneo del 1% y de colágeno del 2% cada año, lo que se traduce en una piel menos resistente, menos firme y más flácida. Asimismo, la producción de sebo y la capacidad de retención de agua de la epidermis también disminuyen, por lo que la piel adquiere mayor sequedad y, por tanto, menor luminosidad. Para tratar la piel dañada por el paso del tiempo, existe actualmente un gran abanico de posibilidades. Además de técnicas más invasivas como puede ser el láser, la aplicación de sérums es una opción cada vez más frecuente. Ingredientes como el ginseng, el extracto de morera o la vitamina C, por ejemplo, han demostrado ser efectivos a la hora de neutralizar los radicales libres y a la hora de reducir el estrés celular (que ayuda a la piel a protegerse de los signos de envejecimiento futuros). El ácido salicílico y el hialurónico también resultan muy aconsejables. Mientras que el primero ayuda a regenerar las células dañadas, el segundo es una buena opción para recuperar la firmeza de la piel, pues se trata de un potente agente hidratante que ayuda a rellenar las arrugas.