¿Cómo influye el cerebro en la microbiota intestinal?
Nuevo proyecto de investigación para comprender mejor las bases biológicas de la diabetes y la obesidad
“Sabemos que el cerebro interviene en multitud de funciones fisiológicas. ¿Por qué no va a intervenir también en la composición de la microbiota intestinal? Cuanto más lo piensas, más sentido tiene”, razona Marc Claret , especialista en el estudio de la diabetes y la obesidad en el instituto Idibaps del hospital Clínic.
Tiene sentido, entre otras razones, porque la microbiota intestinal influye en el cerebro y porque los sistemas biológicos –desde las células más pequeñas hasta los ecosistemas más grandes, pasando por el cuerpo humano- se regulan por bucles de retroalimentación. Nada es unidireccional en los sistemas vivos, siempre hay mecanismos de compensación. Pero “aunque se ha investigado qué ocurre de abajo arriba, de la microbiota intestinal al cerebro, nadie ha mirado aún qué ocurre de arriba abajo”, señala Claret.
Para averiguarlo, Claret se ha asociado con Patrice Cani, de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, y con Rubén Nogueiras, de la Universidad de Santiago de Compostela. Realizarán experimentos con ratones a los que inyectarán hormonas relacionadas con el metabolismo junto al hipotálamo, la región del cerebro que regula el hambre y la saciedad. En otros experimentos, activarán grupos concretos de neuronas del hipotálamo. Comprobarán después si estas intervenciones modifican la composición de la microbiota en el intestino delgado.
“Sabemos que el cerebro prepara al organismo para ingerir alimentos de manera anticipatoria, como en el famoso ejemplo del perro de Pavlov. Nuestra hipótesis es que la activación del hipotálamo afectará a la composición de la microbiota a corto plazo para prepararla para la ingesta de alimentos”, explica Claret. La investigación –añade- “puede enseñarnos cómo modular la microbiota para prevenir o tratar mejor la diabetes y la obesidad”.
Pero advierte que la investigación se adentra en un terreno que nadie ha explorado y que no tiene el éxito asegurado. “Es un proyecto de alto riesgo y beneficio potencial –señala-. Estamos convencidos de que merece la pena investigarlo a fondo. Pero es posible que nuestra hipótesis no se confirme y que no encontremos lo que buscamos”. Questions for the Future: una investigación financiada por La Caixa