Caída del cabello por estrés: por qué sucede y cómo tratarla
La caída del cabello por estrés es motivo de consulta frecuente en dermatología y oficinas de farmacia. Las personas afectadas suelen acudir muy preocupadas al observar una importante pérdida de pelo al peinarse o ducharse, o bien porque se encuentran mechones en la cama o el sofá. Aunque su verdadera incidencia no se puede estimar, la caída del cabello por estrés es común y resulta una de las principales causas de la alopecia difusa. La buena noticia es que la caída de pelo por estrés no suele representar una afección grave y acostumbra a ser autolimitada, transitoria y reversible una vez desaparece o se trata el factor desencadenante. De este modo, no provoca una pérdida de pelo definitiva como ocurre con la alopecia cicatricial.
A pesar de que la caída de cabello por estrés provoca mucha inquietud – sobre todo, entre las mujeres – no se manifiesta con una alopecia muy evidente o completa. Suelen ser las personas afectadas quienes perciben una pérdida de densidad capilar repentina y exagerada.
Aunque puede afectar al pelo de todo el cuerpo, suele limitarse al cabello y tiende a ser más pronunciada en las recesiones temporales (lo que popularmente se conoce como ‘entradas’).
No obstante, es cierto que la intensidad en la pérdida de pelo dependerá de la gravedad y la duración del episodio de estrés, así como de la susceptibilidad individual.
Cuando se habla de caída del cabello por estrés, se incluye tanto la de tipo orgánico como psicológico. En ambos casos, la alopecia suele aparecer entre uno y tres meses después de dicho episodio.
Este tipo de pérdida de pelo se conoce como efluvio telogénico agudo y provoca un aumento del 20% al 30% en la caída difusa de cabello. Esto es, unos 300 cabellos diarios respecto a los 100 que se consideran una pérdida normal.
Los tipos de pérdida de pelo por estrés
La caída de pelo por estrés más conocida es la que está causada por periodos de tensión emocional. Sin embargo, hay enfermedades que también pueden desencadenar una pérdida del cabello.
Estrés psicológico.
Los cuadros de ansiedad, depresión o el agotamiento psíquico pueden provocar esta pérdida de pelo por estrés. También el trastorno bipolar o el síndrome de estrés postraumático.
Al ser condiciones que muchas veces son infradiagnosticadas e infratatadas, esta caída del cabello puede prolongarse en el tiempo e intensificarse fácilmente.
Estrés orgánico.
Enfermedades graves como los procesos tumorales o el lupus pueden estar detrás de una pérdida de cabello repentina. También esta caída de pelo por estrés puede aparecer tras un traumatismo grave o una cirugía mayor.
No obstante, hay otros factores desencadenantes mucho más frecuentes y leves que igualmente pueden provocar una pérdida del cabello.
Entre ellos, una enfermedad que haya cursado con fiebre o la práctica deportiva de alta intensidad.
Tanto en la caída de cabello por estrés psicológico como orgánico, uno de los responsables parece ser el cortisol. Esta hormona tiene un efecto prácticamente en todos los órganos y tejidos del cuerpo y desempeña importantes funciones. Entre ellas, ayudar a responder al estrés y combatir las infecciones.
El problema está en que las personas con ansiedad, depresión u otras afecciones mentales suelen tener niveles de cortisol más altos y continuos.
Esta hormona provoca un exceso de inflamación que parece alterar el ciclo de vida normal del cabello.
El cortisol también se eleva en condiciones médicas como las anteriormente mencionadas. De ahí que puedan provocar una pérdida de pelo importante después de su aparición.
El estrés puede desencadenar la caída del cabello o agravar una alopecia preexistente.
En ese sentido, los dermatólogos han estado observando una relación entre caída de pelo y covid.
En el último año, coincidiendo con la irrupción de la pandemia por coronavirus, se ha incrementado el número de consultas por una caída exagerada del cabello, tanto entre personas que tuvieron el virus como entre las que nunca se enfermaron.
En el primer caso, se cree que la pérdida de pelo se debe al estrés fisiológico del organismo para poder combatir el virus. De ser así, se ha observado que el efluvio telógeno suele aparecer alrededor del tercer mes después de haber sufrido la infección.
En el segundo caso, los expertos sugieren que se trata de una caída de cabello por estrés debida a la tensión emocional que ha provocado la pandemia de forma generalizada y que puede haberse agravado por circunstancias como el fallecimiento de familiares y amigos, la pérdida de un trabajo o la preocupación financiera.
Más allá del efluvio telogénico, el estrés y la caída de pelo también están interrelacionados en otros tipos de alopecia como son la alopecia androgenética (calvicie común) y la alopecia areata. Esta última, mucho menos frecuente, aparece cuando el sistema inmunitario ataca los folículos pilosos, provocando la aparición de zonas de calvicie circulares.
En la alopecia androgenética, las situaciones de tensión emocional importante pueden favorecer la caída del pelo. Por su parte, se sabe que la alopecia areata está asociada o se exacerba por el estrés psicológico.
Otro fenómeno que puede darse es arrancarse el pelo por estrés, lo que médicamente se conoce como tricotilomanía. Si no se frena, este hábito puede acabar provocando una alopecia evidente y un daño permanente en el crecimiento normal del cabello.
Tratamiento para la caída del cabello por estrés
La caída del cabello por estrés es reversible, por lo que suele resolverse de forma espontánea. De hecho, la repoblación de los folículos pilosos suele tener lugar en torno a los cuatro o seis meses, una vez desaparece o se evita el factor desencadenante.
No obstante, cabe tener en cuenta que la pérdida de pelo en sí misma puede causar más estrés, provocando un círculo vicioso difícil de romper si no se trata.
Es por ello que el tratamiento para este tipo de alopecia puede incluir algunas medidas coadyuvantes.
Entre ellas, la administración de minoxidil al 5% o bien suplementos con vitaminas del complejo B y cistina para acelerar el crecimiento capilar.
En los casos de caída de cabello por estrés psicológico, es fundamental una mejor gestión de la tensión emocional para evitar nuevos episodios.
También es importante descartar que la pérdida de pelo no esté provocada por una deficiencia nutricional, como es el caso de la alopecia por falta de hierro. M. T. Tous (SyM)