Alergia primaveral: gafas de sol, mascarilla y evitar lugares con vegetación
El papel del farmacéutico es clave en la prevención de la alergia primaveral y la detección de pacientes no diagnosticados. Durante la primavera la alergia es una de las consultas más recurrentes en la farmacia.
La primavera ya está aquí, lo que significa más horas de luz, temperaturas agradables y naturaleza en todo su esplendor. Sin embargo, no es una estación tan grata para las personas que sufren alergia primaveral, más bien al contrario, es una época crítica. Y no se trata de un problema minoritario; más de ocho millones de españoles sufren alergia a los pólenes y experimentan síntomas alérgicos en estos meses del año: “Ocho millones y creciendo”, enfatiza Manuel Rial, coordinador de la Unidad de Alergia Respiratoria del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien llama la atención sobre el aumento constante de todas las rinitis alérgicas: “Se calcula que hoy el 20% de la población tiene rinoconjuntivitis alérgica y los estudios prevén que en 2050 llegará al 50%”.
España es un país problemático porque existen concentraciones prácticamente de todos los pólenes importantes debido a sus condiciones climatológicas: gramíneas, pólenes de los árboles (olivo, roble, plátano de sombra, abedul) y el polen de las malezas (paritaria, salsola, plantago). Durante el periodo de polinización, una sola planta produce miles de granos de pólenes y, con el viento, circulan en el aire alcanzando grandes distancias.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) no hace una previsión halagüeña para esta primavera. En el primer trimestre del año se ha observado un comportamiento atípico de la polinización de las plantas cupresáceas, características de esta época y confirma que las inusuales altas temperaturas vividas desde finales de enero en el país han provocado un adelanto del pico de polinización.
Diego Sarasketa, farmacéutico comunitario en Amorebieta-Etxano, Vizcaya, habla de la importancia de la oficina de farmacia como el primer contacto que muchas personas tienen con el sistema sanitario: “Es bastante habitual que nos encontremos en esta época con personas con síntomas de alergia, que muchas veces no saben lo que tienen, que piensan que puede ser un catarro”.
DETECCIÓN SENCILLA
Advertir al paciente sobre la posibilidad de una alergia es una de las primeras y esenciales contribuciones que puede hacer el farmacéutico dentro de una labor que es principalmente preventiva. La detección resulta relativamente sencilla, reparando en los síntomas o bien observando si la persona de forma reiterada solicita antihistamínicos que no precisan prescripción médica. Cuando existen síntomas de alergia, la norma general es que existe alergia y, por tanto, amerita de un diagnóstico para confirmar la sospecha.
“Detectamos gente con mocos que nos pide un antigripal”, continúa explicando Sarasketa, quien recomienda a sus colegas realizar una buena anamnesis para poder diferenciar la alergia de un resfriado: “La alergia no suele causar dolor de garganta, fiebre ni flemas. Produce estornudos y mucosidad líquida, pero no tos de pecho. El catarro no cursa con picor de garganta y lagrimeo en los ojos. Por eso es importante preguntar bien por los síntomas, si los ha sufrido otras veces, si los tuvo el año pasado en primavera, si ya ha tomado un antigripal y no le ha quitado la congestión y el malestar”.
Las enfermedades causadas por la alergia a pólenes son conjuntivitis, rinitis y asma. El paciente puede sufrir una de estas afecciones, las dos o las tres. Lagrimeo, la sensación de tener una arenilla en el ojo, estornudos, muchas veces encadenados, mucosidad generalmente acuosa, congestión o taponamiento de nariz, picor de garganta, dificultades respiratorias, pitidos en el pecho o disnea, son algunos de los síntomas en los que hay que fijarse.
La Seaic subraya que todo paciente alérgico a pólenes debe saber que lo es y conocer a cuáles es alérgico, así como las fechas en las que su concentración atmosférica alcanza niveles más significativos. “Es necesario un diagnóstico. Al paciente que va a la farmacia un poco perdido, que no sabe lo que tiene y con síntomas compatibles con la alergia, el farmacéutico debe indicarle que vaya a su médico para tener un diagnóstico”, matiza Manuel Rial.
El coordinador de la Unidad de Alergia Respiratoria del Chuac destaca también la labor del farmacéutico con los pacientes que tienen un tratamiento de base y medicación de rescate: “En asma, por ejemplo, el rescate suele ser Ventolin. Cuando una persona recoge más de dos Ventolines al año, el farmacéutico debe recomendarle que vaya a ver a su especialista. También a un paciente que retira muchos antihistamínicos debe decirle que vaya al médico”.
MEDIDAS HIGIÉNICOSANITARIAS
El fácil acceso a la oficina de farmacia coloca a sus profesionales en posición ideal para divulgar medidas higiénico-sanitarias destinadas a amortiguar el impacto de los alérgenos en los pacientes. Como pautas generales, deberán aconsejarles evitar una estancia prolongada y la actividad física innecesaria en parques, jardines y zonas de arbolado, sobre todo si hace viento, mantener las ventanas de la casa y especialmente del dormitorio cerradas, ventilar la habitación al atardecer y realizar pulverizaciones de agua antes de acostarse.
Son útiles las gafas de sol para proteger la mucosa conjuntival y la mascarilla para escudar las mucosas respiratorias, “incluso con una quirúrgica es suficiente”, apunta Rial. “También es bueno evitar los ambientes con mucho humo, sea por tabaco o por contaminación, porque inflaman el sistema respiratorio, y los cambios bruscos de temperatura porque pueden desencadenar la rinorrea”, añade Sarasketa.
Según el farmacéutico, durante los viajes en automóvil hay que mantener las ventanas cerradas para impedir el impacto del aire sobre la cara. Los filtros que incorpora el sistema de aire acondicionado pueden ayudar a que no entre el polen en el habitáculo. Asimismo, significa el valor protector que puede otorgar una alimentación sana y variada: “Se ha demostrado la relación que tienen el eje digestivo y el sistema inmunitario. Una buena alimentación es importante para tener un sistema inmunitario potente y una microbiota rica, con probióticos y prebióticos, que nos proteja”. Redacción SyM