La vida sin mascarillas, como era antes GIBRALTAR
Libre de covid, taparse la boca solo es obligatorio en el Peñón en comercios y transportes públicos
Con más del 70% de la población residente ya vacunada, la mejora alcanza también al lado español de la verja. Una vez que se logra superar el control policial británico, la entrada a Gibraltar supone un ejercicio de paciencia. Hay que atravesar las pistas del polémico aeropuerto, pasar por delante del Victoria Stadium y llegar a Winston Churchill Avenue donde, por fin, se puede consultar alguno de los mapas de piedra que orientan sobre el Peñón.
Hasta que no se alcanza el túnel interior que desemboca en Casemates Square, el panorama está dominado por colegiales de uniforme, obreros de mantenimiento y repartidores motorizados, todos ya sin mascarilla.
La perspectiva cambia por completo en Main Street. Ahora sí se puede observar a muchos llanitos que se dirigen a sus trabajos o a realizar compras. La mitad siguen llevando la mascarilla, pese a que ya no es obligatoria en los espacios abiertos de la Roca. “Me parece que Picardo (el primer ministro) se ha precipitado demasiado con su apertura. El virus sigue estando entre nosotros y quien piense que ya se acabó todo está muy equivocado”, señala Ruth Vives, que habla a través de su FFP2 mientras empuja un carrito en el que pasea a su nieta.
Fabian Picardo anunció este pasado jueves que “por primera vez desde el pasado 22 de julio, no hay casos activos de covid entre la población residente en Gibraltar”. Todos los análisis realizados el jueves dieron negativo, incluidos los asistentes a un combate de boxeo hace dos semanas y el hospital St. Bernard está libre de pacientes de coronavirus en planta y en las ucis.
Por ello, Gibraltar relajó aún más las restricciones, dentro de lo que han llamado pomposamente Operación Libertad. La obligatoriedad de llevar la mascarilla se circunscribe únicamente al interior de comercios y transporte público (no lo será en el interior de restaurantes o gimnasios); se levanta toda restricción numérica sobre la cantidad de personas que pueden reunirse en público (hasta ahora limitada a 16) y las personas que hayan completado la vacunación no deberán autoaislarse en el caso de que entren en contacto con un positivo.
La eliminación del toque de queda, que ya estaba vigente, permite a parte de la población tomarse la situación con mayor relajación. “Ir a cenar con la familia o los amigos ya no es una carrera contra el reloj”, señala Martin Freeman, que degusta una pinta de cerveza negra sentado en una terraza pese a que apenas son las diez de la mañana. La prohibición de consumo de alcohol fuera de espacios con licencia continúa aplicándose de siete de la tarde a ocho de la mañana, pero sí se puede beber alcohol en las terrazas de bares y restaurantes.
La pregunta es cómo Gibraltar ha podido volver a esta casi normalidad cuando durante los pasados meses de diciembre y enero la situación llegó a ser dramática. Los casos de covid se multiplicaban y cada día se producían una o varias muertes que obligaban a Fabian Picardo a multiplicarse en sus condolencias a amigos y familiares. Los contagiados desde el inicio de la pandemia en el Peñón ascienden a 4.275, en torno al 13% de la población. Hasta 94 fallecimientos se han registrado en una población estable de algo más de 33.000 habitantes.
El gobierno gibraltareño se centró desde el principio en tres prioridades: la realización masiva de tests (se han efectuado 215.882 pruebas), la vacunación masiva y rápida (se han inyectado 60.907 dosis) y la investigación intensiva de lo que estaba sucediendo. Y un confinamiento domiciliario extremadamente estricto que duró varias semanas.
Una actuación de éxito como señala la ministra de Contingencias Civiles, Samantha Sacramento, quien asegura que “como resultado del programa de vacunación y de que nuestra comunidad ha seguido las normas, actualmente el número de nuevos casos es extremadamente bajo y muchísimos días no registramos ningún nuevo contagio”.
La reapertura de las condiciones casi normales de la vida como era antes de la pandemia también ha permitido que varios centenares de personas, todos ellos ya completamente vacunados y que dieron negativo en una prueba de covid realizada el mismo día, pudieran acudir a una masiva velada de boxeo y al partido clasificatorio para el Mundial de Qatar’2022 entre las selecciones de Gibraltar y Países Bajos.
John Alcoba fue uno de los afortunados que pudo estar en ambos eventos. “Aunque llevaba la mascarilla, hubo largos momentos en que me la pude quitar para animar a los boxeadores y a los futbolistas”, aseguraba el pasado miércoles sentado en una terraza de Casemates. Alcoba está muy orgulloso de su selección de fútbol, pero “más orgulloso estoy de nuestros sanitarios”.
Con más del 70% de la población residente ya vacunada, la mejora también alcanza el lado español. El Campo de Gibraltar ha pasado de ser uno de los puntos críticos de Andalucía a una situación mucho más controlada, con una incidencia mucho menor del coronavirus. Gibraltar centra ahora sus esfuerzos en inmunizar a los 14.669 trabajadores que viven al otro lado del puesto aduanero, 9.484 de ellos españoles. De esos trabajadores, 3.180 ya tienen la pauta completa y 5.064 han recibido la primera dosis, lo que hace un total de 8.244 según los últimos datos oficiales.
“Yo ya he recibido el primer pinchazo y estoy a la espera de que me confirmen la fecha del segundo”, asegura Mateo Picazo, un español que reside en La Línea y trabaja como dependiente en una de las tiendas de Main Street. Picazo resalta la diferencia entre Gibraltar y España, donde su familia todavía no tiene ni fecha para vacunarse.
Aunque la prudencia reina por todas partes, los gibraltareños agradecen su nueva situación, “porque muchos vamos a seguir llevando el tapabocas porque nos parece lo más sensato, pero el que no quiera hacerlo, ahora es libre y no va a ser multado por ello. Es un buen avance”, señala Salomón, un joven judío que se dirige a rezar a la sinagoga de The Jew’s Gate.
“Hemos vivido un año muy estresante. La última ola de la pandemia ha sido además muy dura por tantas muertes como hemos tenido. Sin embargo, gracias a las vacunas estamos pudiendo volver a una cierta normalidad. Sentir el aire y poder sentarte a tomar algo con tu familia es muy esperanzador”, señala Clara Linares, una de las sanitarias de las que el aficionado a los deportes decía sentirse muy orgulloso.
En el Peñón aprovechan estos buenos momentos, pero nadie echa las campanas al vuelo. “Tenemos que mantener una estricta prudencia”, insiste Linares, “sabemos que este virus es muy volátil y lo que hoy es blanco, mañana puede ser muy, muy negro”. Adolfo S. Ruiz