El reto de tratar una de las principales causas de baja laboral: dolor de espalda
Las molestias dorsales, lumbares y cervicales están entre los motivos de consulta más frecuentes en los centros de salud.
No hay día en el que por la consulta de Rosa Domínguez Rollán no pasen pacientes con dolor de espalda. Dorsalgias, lumbalgias, cervicalgias, molestias de distinta intensidad que pueden llegar a quitar el sueño y provocar depresiones. Son el tercer motivo de enfermedad crónica, por detrás de la hipertensión y el colesterol alto, y una de las principales causas de baja laboral: suponen un coste de 9.000 millones de euros anuales en España (un 0,68% del PIB).
Y, a pesar del enorme problema social y económico que genera el dolor de espalda, las soluciones que pueden dar los médicos para uno de los principales motivos de consulta están limitadas. Al menos, si lo que se buscan son soluciones simples. Media docena de doctores que han participado esta semana en el Congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) ―al que EL PAÍS ha acudido invitado por la organización― coinciden en que la mayoría de los pacientes quieren un remedio rápido que acabe con un síntoma que suele ser complejo.
El dolor de espalda, a menudo, tiene detrás toda una serie de condicionamientos sociales que van desde el sedentarismo, los trabajos que obligan a muchos esfuerzos o demasiadas horas en la misma posición, las posturas forzadas mirando pantallas (ya sean de ordenador o de teléfonos móviles), la falta de ejercicio físico, la obesidad, problemas mentales, de estrés y ansiedad, que generan círculos viciosos con los dolores que se producen entre el cuello y el coxis.
Domínguez Rollán, médica del Servicio de Urgencias de Atención Primaria en un centro de salud rural de Cantabria, narra cómo las consultas por dolor de espalda son una constante: “La gran mayoría de los casos que atendemos son de origen mecánico. Suelen deberse a malas posturas, sobreesfuerzos o condiciones laborales exigentes. En personas jóvenes, especialmente estudiantes, es común encontrar escoliosis postural, una desviación de la columna provocada por contracturas musculares debido a horas prolongadas de estudio en posturas forzadas”.
Enrique Escolano, que lleva tres años como residente en un centro de salud de Madrid, también ve pasar a muchas personas jóvenes con cervicalgias y dorsalgias debido al uso prolongado de dispositivos móviles y la falta de actividad física. Admite la frustración que puede generar tratar dolores de espalda: “En la mayoría de los casos, la escalada analgésica es el tratamiento principal, pero los antiinflamatorios y opioides tienen efectos secundarios significativos. Además, muchos pacientes buscan soluciones rápidas, sin considerar cambios en su estilo de vida. Es fundamental promover la higiene postural, la pérdida de peso y los ejercicios regulares, aunque a menudo es difícil convencer a los pacientes de la importancia de estas medidas”.
De entre todos los dolores de espalda, los más comunes e incapacitantes son las lumbalgias. Las revisiones epidemiológicas han comprobado que entre seis y ocho de cada diez personas sufrirán esta molestia en algún momento de su vida. Según la guía de manejo de las enfermedades más frecuentes de consulta en atención primaria de la Comunidad de Madrid, en más del 85% de quienes la sufren no se encuentra una causa subyacente. Son lo que se consideran dolores inespecíficos, que no dejan ninguna huella biológica que permita diagnosticarlos. La mayoría (el 90%) pasan a las seis semanas y, en contra de lo que se ha pensado durante mucho tiempo, el reposo total no suele ser un buen aliado.
Lo que Domínguez Rollán ve en su centro de salud son dolores lumbares más frecuentes en personas de mediana edad que realizan trabajos físicamente exigentes. “En gente de 40 años en adelante, el dolor lumbar es generalmente resultado de levantar pesos pesados o de actividades que exigen un esfuerzo físico considerable. Estos pacientes suelen llegar con una historia de sobreesfuerzos repetidos, lo que provoca dolor crónico que puede ser incapacitante. El tratamiento habitual en atención primaria incluye analgésicos, antiinflamatorios y, en algunos casos, corticoides. También recomendamos ejercicios de rehabilitación que el paciente puede realizar en casa”, explica.
La rutina de unas consultas sobrecargadas, admiten algunos de los médicos consultados, hacen difícil dedicar el tiempo suficiente para indagar en los problemas que pueden llevar al dolor de espalda. Jorge Orihuela, médico de Familia en Vecindario (Gran Canaria), insiste en que se trata de un síntoma general, del que hay que buscar señales para ir más allá; no solo físicas, también emocionales, incluso sociales, que pueden estar detrás de esta patología. Él suele recomendar pilates y técnicas de relajación, a veces incluso terapia, porque, asegura, el afrontamiento psicológico de este tipo de dolores es fundamental para lidiar con ellos. “Muchas veces se cronifican, no pueden eliminarse del todo, y hay que ayudar a la persona a que tenga la mayor calidad de vida posible con ellos”, añade.
Cuando los dolores no son lo que parecen
Frente a una inmensa mayoría de problemas mecánicos, algunas señales llevan en ocasiones a enfermedades menos frecuentes y más graves, que son las que los médicos deben descartar o confirmar para iniciar tratamientos que vayan más allá de los habituales. Una docena de comunicaciones en el congreso de la SEMG versaban precisamente sobre patologías más graves que escondían los dolores de espalda.
Arlet Pi, médica en un centro de salud de Barcelona, ha presentado el caso de un hombre que acudió varias veces a consulta por dolor lumbar. “Inicialmente, parecía un dolor mecánico típico, tratable con analgésicos y rehabilitación. Sin embargo, el paciente empeoró y, tras realizarse una radiografía, se descubrió una pequeña fractura. Además, presentó fiebre y un soplo en el corazón, lo que llevó a derivarlo a urgencias”, añade Pi. En el hospital, le diagnosticaron endocarditis e infección de las vértebras, una complicación grave y poco común.
Rosa Domínguez Rollán recuerda el caso de una chica de 30 años que llevaba 10 “desesperada” con una dorsalgia. “Había probado todo tipo de tratamientos: analgésicos, antiinflamatorios, corticoides, antidepresivos, relajantes musculares, pero nada parecía funcionar”, explica la doctora. El dolor no cesaba y afectaba gravemente su estado anímico. En una de sus consultas, la médica le administró un fuerte tratamiento, pero volvió por la noche con la orina oscura y un dolor que se había desplazado ligeramente hacia adelante. Ante estos nuevos síntomas, decidió derivarla al hospital, donde se descubrió que tenía la vesícula llena de piedras y una infección. “Le hicieron una colangiografía retrógrada endoscópica para extraer las piedras y limpiar la vesícula. Después de diez años de sufrimiento, la paciente se recuperó por completo, fue casi milagroso”, explica la médica.
Tumores, lesiones nerviosas, hernias, infartos renales, artritis inflamatorias, infecciones de hígado, inflamación en los tiroides son enfermedades detrás de algunos dolores de espalda que pasan por la consulta médica. Son parte de ese pequeño porcentaje que no responde a las causas habituales, y al que los médicos tienen que prestar especial atención. Pablo Linde (EP)