Vitamina D y cáncer de piel, ¿dos caras de una misma moneda?
Los casos de cáncer de piel siguen creciendo y los dermatólogos piden a la población que se realice una exposición solar responsable, sin buscar el bronceado, porque la radiación ultravioleta es el principal agente causal. Paralelamente, cada vez se observan más niveles insuficientes de vitamina D en España, un país con muchos días de sol. La acción de la radiación solar ultravioleta B en la piel es la principal fuente de vitamina D, lo que convierte a esta mal llamada vitamina en una auténtica hormona para el ser humano. También podemos tomarla con la dieta, pero no muchos alimentos la contienen.
La vitamina D es antiproliferativa y prodiferenciadora, lo que la convierte en fundamental para mantener las células en armonía, evitando el cáncer. Participa también en el buen funcionamiento del sistema inmune, siendo importante en la defensa frente a las infecciones, además de para el control y la prevención de tumores. Entonces, ¿debemos evitar exponernos al sol para no tener cáncer de piel poniendo en riesgo nuestros niveles de vitamina D tan fundamentales para nuestra salud, o debemos asegurar estos niveles aunque aumentemos el riesgo de desarrollar cáncer de piel?
Nuestra piel requiere menos minutos para sintetizar la vitamina D necesaria que para sufrir una quemadura; prolongando el tiempo no obtendremos más vitamina D y sí aumentaremos el riesgo de cáncer de piel.
Por otro lado, la capacidad de sintetizarla en la piel se reduce con la edad, y los niveles se ven reducidos por factores como la obesidad.
Respecto al uso de fotoprotector, los estudios nos dicen que no influye en los niveles de vitamina D, mientras que evitar la exposición al sol de forma estricta o cubrirse completamente con ropa sí es determinante para tomar suplementos de vitamina D.
Las exposiciones solares breves no son muy eficientes en la producción de vitamina D, pero sí lo son para acumular daño por radiación UV, que influye especialmente en el desarrollo de carcinomas basocelulares y melanomas. Además, la cantidad de radiación UVB que recibimos es variable según la estación; en invierno necesitamos más tiempo de exposición al sol para sintetizar la misma cantidad de vitamina D que en verano conseguimos con solo unos minutos.
Por último, las diferentes sociedades científicas no se ponen de acuerdo en los niveles de vitamina D adecuados. Algunas establecen 10 nanogramos por mililitro, otras 20 y otras 30. Mantener esta última cifra durante todo el año solo mediante la exposición al sol, incluso en un país como el nuestro, es francamente complicado.
Consejos y hábitos saludables
La necesidad de fotoprotección para prevenir el cáncer de piel no tiene discusión. El uso de apps como UV Derma, de la AEDV, puede ayudar a optimizar el tiempo de exposición al sol, según el fototipo y el lugar y momento. También aumentar la toma de alimentos ricos en vitamina D o suplementados es una buena estrategia para mantener los niveles de vitamina. En definitiva, la exposición al sol ha de ser saludable y ayudar a mejorar la salud sin poner en riesgo la piel. Yolanda Gilaberte