Siesta sí, pero no más de 40 minutos
Un corto sueño diurno mejora el rendimiento, la velocidad de reacción y reduce la presión arterial, entre los beneficios destacados por los especialistas.
La siesta diurna ha sido una cuestión controvertida para la ciencia y el conjunto de la sociedad. Se han vertido hipótesis contradictorias y no es raro que sea materia de debate en las familias o entre los amigos. Hoy, los especialistas ponen en valor los beneficios de una siesta corta, como una mayor productividad, más velocidad de reacción e incluso la reducción de la presión arterial.
La reciente publicación de un estudio en la revista Sleep Health, dirigido por investigadores del University College London y de la Universidad de la República de Uruguay, puso el foco en esta costumbre tan española, desterrando algunos estigmas que todavía existen y aportando datos sobre sus ventajas para la salud. Esta investigación descubrió un vínculo causal entre las siestas regulares durante el día y un mayor volumen cerebral total, lo que podría ayudar a preservar la salud del cerebro a medida que envejecemos y a reducir el riesgo de demencias y otras enfermedades neurodegenerativas.
María José Martínez Madrid, experta en este campo, está de acuerdo en que la siesta es una buena recomendación para los pacientes, siempre que sea corta: “Lo ideal es que dure entre 10 y 30 minutos, nunca más de 40 minutos”. Entre los beneficios para la salud, destaca una mejora del rendimiento o productividad, mayor velocidad de reacción, mejor capacidad de atención y de alerta, así como una reducción de la presión arterial. Pero tampoco es una obligación: “No vamos a forzar a dormir a una persona cuando realmente necesita estar activa porque así perjudicamos el sueño de la noche sin sentido”.
Despertar en medio del sueño profundo
La siesta no debe prolongarse más de 40 minutos, porque a partir de ese momento se alcanzan las fases profundas del sueño, lo que sobre todo genera dos problemas: “Uno es que nos vamos a quitar la presión del sueño por la noche y nos vamos a acostar más tarde de lo que debemos. El otro es que, si dormimos más de 40 minutos, nos despertamos en medio de ese sueño profundo y vamos a tener una mala sensación, vamos a estar más cansados, es como si nos despertáramos en mitad de la noche”.
Este tipo de reposo breve durante el día está recomendado para todas las edades, aunque está especialmente aconsejado en las personas mayores o de edad avanzada. “En ellos el sueño está fragmentado y suelen despertarse antes por la mañana, así que es normal que hagan pequeñas siestas, deben hacerlas”, apostilla Martínez Madrid.
Otro perfil que puede sacar un importante rendimiento a la siesta diurna es el de las personas que trabajan a turnos, pero nuevamente debe ser corta, aunque el trabajo se desarrolle por la noche: “Hay que apoyarse en una pequeña siesta, pero no dar la vuelta al reloj porque a los dos días voy a entrar de mañana”.
Para esta portavoz de la SES, lo ideal es que el médico, que ha de estar formado en ciclos circadianos, prescriba una estrategia adecuada a cada caso y en función del cronotipo del individuo (la sincronización de los ritmos circadianos), las obligaciones laborales, las cargas personales, etc.
Somnolencia continua
Cuando la somnolencia es continua durante el día, la solución no es dormir las siestas que el cuerpo demande, sino consultar con un especialista del sueño: “El sueño de un adulto es de 8 ó 9 horas y tiene que ser suficientemente reparador. Si nos dormimos en cada esquina es porque no es suficiente o no es de calidad”.
María José Martínez Madrid asegura que en estas situaciones es necesario realizar un estudio del sueño para averiguar cuál es el origen del problema. Igual ocurre cuando los ronquidos son fuertes porque pueden obedecer a una apnea. Actualmente, junto a la tradicional polisomnografía (PSG), se puede realizar una monitorización circadiana ambulatoria (MCA), que se hace en casa del paciente a través de un equipo técnico.
Muchas clínicas privadas cuentan con esta técnica, pero en el ámbito público tiene una implantación muy escasa. La portavoz de la SES anima a su incorporación a la cartera pública porque considera que ambas pruebas son complementarias: “La MCA podría utilizarse como screaning previo, lo que permitiría derivar al paciente al servicio más adecuado y en casos como trastornos circadianos, retraso o adelanto de fase, jet lag social o inadaptación al horario laboral, evitar la PSG, que es más cara e incómoda para el paciente y el centro”. María R. Lagoa