Investigador de la Universidad de Oxford Jonathan Kwok. Habrá una vacuna contra el cáncer antes de 2030″
El investigador de la Universidad de Oxford Jonathan Kwok es uno de los científicos que busca obtener una vacuna terapéutica contra el cáncer. “Tenemos que conseguir abaratar los tratamientos” afirma.
Si algo bueno tuvo la pandemia, fue el impulso a la investigación que propició. El estímulo hizo posible contar, en un tiempo récord, con vacunas efectivas y seguras que cambiaron el curso de la enfermedad. Y esa tecnología puede volcarse ahora en la lucha contra otras enfermedades, como el cáncer. Así lo proclama Jonathan Kwok, investigador de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y uno de los científicos que están intentando que las vacunas que permiten frenar distintos tipos de tumores sean, cuanto antes, una realidad para los pacientes.
“En inglés tenemos un dicho: “Every cloud has a silver lining”, que hace referencia a que detrás de cada nube está la luz del sol. El Covid ha sido un nubarrón terrible, realmente horrible, pero hay un rayo de luz. Estas nuevas tecnologías que se desarrollaron a causa de una enfermedad infecciosa terrible pueden redirigirse ahora al cáncer. Hay distintas estrategias en marcha, por lo que estamos en un momento realmente emocionante”, asegura el investigador, que participó esta semana en la jornada Drug Discovery and enterpreneurship session organizada por la Fundación CRIS contra el cáncer como CEO de Infititopes, una spin-out de la Universidad de Oxford creada precisamente para potenciar el desarrollo de una vacuna terapéutica contra el cáncer.
“Hace apenas cinco años, nada de esto hubiera sido posible”, recuerda el investigador. “En Oxford, como en otras instituciones, con la irrupción de la pandemia aprendimos muy, muy rápido cómo dirigirnos, diseñar y desarrollar vacunas contra el Covid; cómo llevar a cabo también de forma rápida y segura ensayos en pacientes y cómo había que trabajar con las agencias reguladoras y las compañías de manufactura para lograr que esos productos se evaluasen correctamente y pudieran llegar cuanto antes a los pacientes. Esa experiencia puede usarse ahora en otros ámbitos, como en el cáncer. Debemos aprovecharla”, subraya, convencido, el investigador tras su charla en la Residencia de Estudiantes del CSIC, donde se celebró el acto.
¿Cuánto tiempo tardará en estar disponible una vacuna terapéutica efectiva contra el cáncer?
Ahora mismo hay una carrera en la que están participando al menos 10 compañías y departamentos académicos con distintas aproximaciones y estrategias. Que haya esa cantidad de abordajes terapéuticos es una buena noticia para todos, porque, como ya vimos con el Covid, no tiene que haber una única solución, sino múltiples. Por el camino iremos viendo cuáles son las ventajas de cada uno de estos abordajes, qué técnicas son mejores y cómo pueden combinarse para proporcionar los mejores cuidados para los pacientes. Ya hay algunas opciones que están en las etapas intermedias de la investigación. Y es muy posible que veamos a las agencias reguladoras otorgar a estos estudios la designación de terapia innovadora para estas alternativas, lo que supone agilizar los procesos de evaluación. Por todo ello, creo que habrá una vacuna contra el cáncer disponible antes de que acabe esta década. Creo que nuestra propia vacuna llegará antes de ese plazo. Será muy interesante comprobar cuál de todas funciona mejor. Va a ser realmente fascinante trabajar en esta área de investigación en los próximos años.
Aunque Kwok no quiere dar demasiados datos sobre su abordaje para mantener en secreto el desarrollo de la terapia, sí desliza alguna de las claves que diferencian su estrategia frente a las de sus competidores. “Hacemos tres cosas especialmente bien”, explica. En primer lugar, el proyecto, que pretende guiar al sistema inmunitario para que localice y combata de forma efectiva al enemigo tumoral, ha desarrollado una plataforma tecnológica que permite seleccionar de una forma muy precisa los antígenos del cáncer que pueden utilizarse para despertar una respuesta adecuada del sistema inmunitario del paciente. Además, continúa Kwok, la estrategia utiliza un vector que es capaz de mantener esta respuesta inmunitaria en el tiempo.
“Otros abordajes son muy buenos a la hora de proporcionar una protección a corto plazo. Pero eso no es lo que necesitas si tienes un tumor. Para el cáncer necesitas una protección duradera, dirigida por células T CD8 que mantengan la protección sin que terminen exhaustas y frenen la posibilidad de una metástasis”, subraya el investigador.
“Las muertes por cáncer se producen, en entre un 70% y un 90% de los casos, por metástasis. Queremos detener esas metástasis, evitar que ocurran a través de una respuesta sostenida del sistema inmunitario que hemos comprobado que se puede producir a través del vector específico que utilizamos en nuestra vacuna”, añade el investigador. “En estudios en modelos de ratón hemos demostrado que podemos prevenir las metástasis por completo”, subraya. “Queremos lograr lo mismo en personas”. Según explica, está previsto que la primera etapa de los ensayos clínicos, la destinada a comprobar en primer lugar la seguridad de la estrategia, arranque en los próximos meses.
El tercer punto en el que su equipo está trabajando se basa en analizar y tratar de establecer el momento idóneo de administración de estas vacunas. “Muchas veces, tras una cirugía para extraer un tumor, parece que se ha eliminado por completo la enfermedad. Sin embargo, pueden quedar pequeños grupos de células capaces de viajar a otros lugares del organismo e incluso mucho tiempo después provocar una metástasis. Creemos que se puede interrumpir ese proceso con una vacuna“. Pero es importante que esa intervención se realice a tiempo, de forma precoz, para no dar ninguna oportunidad para que el cáncer avance, subraya.
¿Cree que el cáncer será una enfermedad curable algún día?
El cáncer es taimado, astuto. Obviamente no de forma consciente, pero es capaz de cambiar, de mutar para escapar de todo tipo de amenazas. Constantemente está buscando maneras de evadirse de cualquier control, ya sea quimioterapia, inmunoterapia, vacunas… lo que sea. Tengo mucha confianza en que sí seremos capaces de reducir el riesgo de metástasis, que podremos retrasarlas y frenarlas. Creo que estamos en una era en la que veremos muchos progresos, pero, ¿se podrá curar el cáncer? Como oncólogo me gustaría responder que sí, que el cáncer, las muertes y el sufrimiento que provoca van a poder prevenirse, pero aún tenemos un camino por delante.
Hoy en día, los tratamientos para combatir el cáncer son muy caros, de los más costosos para el sistema sanitario. ¿Estarán estas terapias innovadoras disponibles para todo el mundo? ¿Podrán sufragarse?
Para nosotros, que los tratamientos sean asequibles, algo que muchas veces se obvia desde este sector, es muy importante. Ahora mismo hay terapias que pueden implicar cientos de miles de euros por tratamiento, lo que supone muchísimo dinero para cualquier sistema sanitario. Las terapias CAR-T, que requieren obtener los linfocitos T del propio paciente, purificarlos, seleccionarlos y modificarlos específicamente para que puedan combatir el cáncer para después infundírselos de nuevo al paciente, suponen un proceso complejo tecnológicamente que puede costar más de 400.000 euros. Es muy difícil poder asumir eso. Se trata de terapias muy buenas, especialmente en los tumores hematológicos, pero tenemos que encontrar formas de hacer más asequibles los tratamientos. Para nosotros ese objetivo es muy importante. Según nuestras estimaciones, creemos que podríamos desarrollar un tratamiento cuyo precio no fuera muy diferente al de la quimioterapia, que ahora mismo, especialmente desde que hay alternativas genéricas disponibles, es la terapia más barata.
La carrera profesional de Kwok es atípica. Además de trabajar como investigador en universidades punteras, como Oxford y atendiendo pacientes con cáncer en hospitales como el Queen Alexandra de Portsmouth, el científico también tiene experiencia en otras áreas sanitarias, como la gripe pandémica, la medicina personalizada o incluso el abordaje de emergencia de las epidemias de cólera, un campo en el que trabajó en colaboración con Médicos sin Fronteras. Pero lo que más llama la atención de su currículum es que, tras graduarse, aparcó durante unos años la medicina para dedicarse a la banca de inversión. Durante un tiempo se dedicó al análisis y asesoría sobre “las que entonces eran incipientes y ahora son exitosas compañías biotecnológicas, farmacéuticas y de tecnología sanitaria”. Y no le fue nada mal. Incluso ganó algún premio por lo acertado de sus recomendaciones.
¿De qué manera le ayuda ahora su pasado en el mundo de la inversión?
Sobre todo, me ayuda a entender cómo piensan los inversores. Como científicos, nuestro objetivo siempre es hacer ciencia excepcional, lo cual es fantástico, pero puede conducir a lo que llamamos en inglés rabbit holes, es decir, a una situación en la que el interés por un tema en particular te lleva a no ver más allá. El objetivo tiene que ser el paciente, encontrar una solución para los pacientes. Conocer el mundo de la inversión me ayuda, pero también sé que hay inversores e inversores. Por supuesto, todos quieren ganar dinero, es su objetivo, pero especialmente en áreas como la biotecnología o el medio ambiente hay que tener en cuenta muchas cuestiones. Al conocer el sector te das cuenta con qué gente quieres construir un negocio.
¿Qué supone para usted, a nivel personal, trabajar en la investigación del cáncer? ¿Por qué decidió involucrarse en este campo de estudios?
He tenido la oportunidad de trabajar como médico, viendo pacientes en un hospital. Y eso te expone a situaciones muy duras. Una de las conversaciones más duras que he tenido en mi vida, la tengo grabada en mi memoria, fue en una consulta, cuando tuve que decirle a un hombre de poco más de treinta años, con un hijo de sólo cinco, que su mujer, y madre del pequeño, que padecía cáncer de mama metastásico, no iba a volver a casa. Fue terrible. Son esas historias las que queremos cambiar. La próxima generación de terapias del cáncer puede suponer un gran cambio. Si podemos parar el avance del cáncer a tiempo, podremos prevenir la recurrencia de los tumores y evitar que muchas personas mueran. Ese es el objetivo de mi equipo. Cristina G. Lucio.