Miguel Hernán: “Todos los adultos deberían empezar a recibir la tercera dosis en España”

El catedrático en Epidemiología de la Universidad de Harvard, que ha analizado la efectividad de las vacunas en Estados Unidos e Israel, cree que las restricciones a la movilidad son “hasta cierto punto inevitables”.

Miguel Hernán (Madrid, 51 años) es catedrático en Epidemiología de la Universidad de Harvard. Con su equipo, ha analizado durante el último año la efectividad y seguridad de las vacunas frente al coronavirus en Estados Unidos e Israel, proceso en el que también ha colaborado con la Universidad de Oxford en el Reino Unido.

Pregunta. ¿Cómo valora la situación de la pandemia en España?

Respuesta. Por un lado, tiene algo de tormenta perfecta. Había un aumento de la incidencia causado por la variante delta debido a la pérdida de la protección de las vacunas, que es algo que en el Reino Unido e Israel hemos comprobado que empieza a suceder a los cinco o seis meses de la segunda dosis. A esto se ha sumado la irrupción de otra variante más contagiosa, la ómicron. El resultado es un incremento muy rápido de los contagios, no visto desde marzo de 2020. Pero por el otro lado, estamos mucho mejor que hace un año. Todos los vacunados tienen un menor riesgo de hospitalización. La pregunta clave ahora es en qué medida ese aumento de los casos se va a traducir en más hospitalizaciones.

Estamos viendo que la nueva variante está desplazando a la delta con gran rapidez.

Lo más probable es que la acabe eliminando como esta hizo antes con la alfa, aunque puede ocurrir que las dos convivan durante un tiempo largo si la delta es más eficiente infectando a los no vacunados y la ómicron a los ya inmunizados.

Algunos datos indican que la variante ómicron, pese a ser más contagiosa, causa cuadros clínicos más leves.

Es cierto que en lugares donde la ómicron ya es mayoritaria, como zonas del Reino Unido y Madrid, no hemos visto por ahora que aumenten los ingresos a un nivel preocupante. Pero es demasiado pronto para extraer conclusiones, solo la conocemos desde finales de noviembre y en Sudáfrica sí hemos visto que causa hospitalizaciones. Es un escenario con mucha incertidumbre porque salvo que ómicron sea muchísimo más leve que delta, y eso es algo que nadie está diciendo, lo previsible es que se disparen los contagios y esto se traduzca en más casos graves.

¿Esto también ocurrirá en países con una elevada cobertura vacunal, como España?

Estamos viendo que la incidencia aumenta, aunque haya una alta cobertura vacunal. Hemos comprobado que el riesgo de hospitalización desciende mucho entre la población que ha recibido dos dosis, pero también que esta protección baja pasados cinco o seis meses de completar la pauta. Esto debe hacernos ser cautos. España está en la situación en que todos los adultos deberían empezar a recibir la tercera dosis.

¿Todos?

Sí. Hay países en los que se empezó a dar antes, como el Reino Unido que, además, ha reducido de seis meses a tres la separación entre la segunda y la tercera dosis. Lo que han visto nuestros estudios es que la tercera dosis baja mucho el riesgo de hospitalización en todos los grupos de edad y también la transmisión. España ha hecho una campaña de vacunación ejemplar, pero quizá se ha bajado la guardia con la tercera dosis. Sin ella, el riesgo de infección es elevado y el de hospitalización, aunque sea bajo, también sube. En un escenario de muchos contagios, esto aumenta la presión sobre el sistema sanitario. Los centros de vacunación que vimos al inicio de la campaña no se han repetido para la tercera y yo creo que eso es algo que debería reforzarse ahora. Vamos un poco tarde.

¿Estamos abocados otra vez a restricciones duras, como las adoptadas por Países Bajos?

Las restricciones a la movilidad son hasta cierto punto inevitables. Holanda ya las ha decididoy el Reino Unido se está planteando hacerlo durante dos semanas para que baje la incidencia. Estos gobiernos están siendo cautos y quieren bajar las infecciones antes de que se saturen los sistemas. Hay dos herramientas básicas que son las de siempre, las mascarillas y la reducción de contactos, a la que ahora se suma la tercera dosis.

En algunos casos, sin embargo, parece que se está esperando a que pasen las Navidades para tomar decisiones.

Es lógico que haya resistencias. Nadie quiere pasar otras Navidades como las de 2020. Pero es obvio que cuando antes se toman estas medidas, antes se frena la transmisión exponencial, que es la que puede llegar a desbordar los sistemas sanitarios. También hay que tener en cuenta que, si se aplican antes, es más corto el tiempo en el que son necesarias.

En España hay comunidades, como Madrid, que han aplicado menos restricciones que otras.

Sí. Esto se explica en parte porque el personal sanitario no se ha quejado. En Londres, Boris Johnson se vio forzado a adoptar mayores medidas cuando los trabajadores de los hospitales salieron a la calle. En España esto no ha ocurrido a pesar de que ha habido muchos momentos en los que se ha cronificado una gran presión asistencial. En otros lugares no se concibe sin tomar medidas una ocupación prolongada de las UCI sobre el 100% de la capacidad prepandemia y que en varios momentos ha superado el 150%.

Estos últimos días hemos visto otra vez centros de salud saturadosy ha quedado en evidencia una baja capacidad de rastreo de contactos. ¿Estamos repitiendo errores?

Hay cosas que están mucho mejor y otras que podrían haber mejorado más. La vigilancia epidemiológica tiene hoy más y mejores datos que hace un año. Se ha hecho una buena campaña de vacunación. Pero nos ha faltado completar la jugada. Ahí es donde se echa de menos una agencia española de salud pública científicamente potente y con autonomía para evaluar la situación y proponer decisiones.

En los últimos días, se están agotando los test de antígenos en las farmacias. ¿Es eso un problema grave?

Estos test podrían ser una herramienta muy útil si fueran muy baratos y la población los utilizara tres veces por semana, por ejemplo. Esto permitiría saber que estamos infectados cuando aún somos asintomáticos y podemos contagiar, que es una de las claves de la dificultad de parar esta pandemia. El uso ocasional que se hace actualmente es mejor que nada, obviamente, pero su impacto es limitado.

¿Qué piensa de la campaña de vacunación a niños de cinco a 11 años?

Es otra herramienta más para contener la transmisión. La vacunación en ese grupo de edad es segura. Sin embargo, en caso de no poder hacer todo a la vez, habría que priorizar la tercera dosis para todos los adultos. Oriol Güell (EP)

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