Un 20% de los tatuados se arrepentirá
Los motivos laborales así como cambios de opinión son los motivos más frecuentes
Los servicios de seguridad estatal no admiten candidatos que presenten tatuajes visibles
Sofía Larrucea
Cada vez son más lo que se animan a decorar su piel y grabarse algún recuerdo, persona, idea o sentimiento, pero, ¿para siempre? Según estudios realizados en la sociedad americana, un 20% de sus ciudadanos desea eliminarse algún tatuaje. Los motivos son variados pero reincidentes. El más común, cuenta Antonio Brualla, cirujano plástico de la clínica barcelonesa Làser Médic, se debe a razones laborales. En nuestro país, por ejemplo, aquellos que deseen incorporarse a los servicios de seguridad estatal deben saber que no está permitido lucir tatuajes visibles. Una restricción que puede ampliarse a otros sectores, especialmente los que mantienen contacto con el público. “Hemos visto casos de jóvenes que querían dedicarse al mundo de la hostelería y se han visto obligados a eliminarse algún tatuaje de sus manos, pues, aunque no sea cierto, estos daban cierta sensación de falta de higiene”, explica el especialista. Pero los motivos laborales no son las únicas razones que propenden a muchos deshacerse del viejo tatuaje. Aspectos emocionales como los desamores o cambios de opinión hacen que muchas personas también quieran borrárselo.
Eliminar el tatuaje sigue siendo un procedimiento ligeramente costoso para los bolsillos más vulnerables. Sin embargo, gracias a las nuevas técnicas de láser, este cada vez es más indoloro y rápido. El tipo de láser más empleado actualmente es el llamado Q-switched. Su tecnología se basa en la técnica fotoacústica. Esta emite la energía concentrada en un pulso muy corto y hace que el pigmento se desintegre sin dañar el tejido circundante. Su diferencia respecto a otros tipos de láseres radica en que este emite energía con un perfil de disparo de alta energía plano, sin picos o puntos “calientes”, lo que conlleva a una gran eficacia y seguridad con un mínimo daño del tejido circundante y sobre todo, en la piel.
El número de sesiones necesarias varía según cada persona, de su edad, sexo, así como su color y tipo de piel. Sin embargo, tal y como apunta el especialista Brualla, el número medio de sesiones necesarias suele oscilar entre las cuatro y las seis. Sin olvidar que entre sesión y sesión debe dejarse un tiempo de reposo que como mínimo debe ser de dos meses. “Es lo que tarda el organismo en reabsorber la tinta por vía linfática”, explica este cirujano. No todos los tatuajes se eliminan con la misma facilidad. La zona corporal donde se encuentre y el tipo de color también influyen. Mientras que el tono negro es el más fácil de borrar, los tatuajes de color, y en especial el blanco, son los más difíciles. “El negro responde fácilmente al láser porque este absorbe cualquier tipo de luz, con los tatuajes de color, sin embargo, el especialista debe buscar la luz concreta que sea absorbida por el color específico”, señala Antonio Brualla. El resultado suele ser bueno en la gran mayoría de las ocasiones y no deja cicatrices. Como mucho, la técnica puede dejar la zona levemente blanquecina, aunque con el paso del tiempo la zona tratada vuelve a adquirir la tonalidad propia del resto del cuerpo. El cirujano Antonio Brualla, uno de los primeros especialistas en nuestro país en la eliminación de tatuajes, lo tiene claro: “si alguien me consultara mi opinión antes de hacerse un tatuaje, le recomendaría que no lo hiciera”. “Aunque hay verdaderas obras de arte- añade- no debemos olvidar que se trata de una moda pasajera y que, además, el aspecto que tendrá el tatuaje cuando la piel envejezca nada tendrá que ver al que tenía cuando la piel estaba tersa y joven”.