Sequedad, la gran enemiga del invierno
Durante los meses de frío, con el descenso de humedad, la piel reacciona liberando hidratación, lo que provoca que se seque cada vez más y puedan aparecer picores, eccemas e irritaciones
S. LARRUCEA – Con la edad, sobre todo a partir de los 35 años, la piel va perdiendo colágeno, fibras de elastina, ácido hialurónico y agua, componentes que hacen que ésta luzca iluminada y tersa. La pérdida de estos nutrientes constituyen un proceso natural. Pero éste puede adelantarse o retrasarse en función de nuestro estilo de vida y la protección frente al sol es uno de los hábitos más determinantes. Un 90% del envejecimiento prematuro responde a una exposición incontrolada a los rayos ultravioleta (UV). A pesar de lo que puedan pensar algunas personas, el sol no es sólo un peligro en verano, sino que debemos protegernos frente a él durante todo el año. De hecho, más del 40% de la exposición solar tiene lugar fuera de los meses estivales. Durante el invierno, además, es frecuente padecer sequedad. Y es que a medida que descienden los niveles de higrometría (humedad), la piel reacciona liberando hidratación, lo que provoca que la piel se seque cada vez más y puedan aparecer picores, eccemas e irritaciones.
La radiación UV puede provocar daños acumulativos en las capas más profundas de la piel. Esto puede traducirse en la aparición de signos de envejecimiento prematuro en forma de manchas, líneas, arrugas o flacidez. Sin olvidar las consecuencias genéticas. Los rayos UV pueden llegar a dañar el material genético, el DNA, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel, afirma Antonio Campo, dermatólogo director médico de Clínica Campo Optimage y especialista del hospital Clínic. En este sentido si la exposición al sol es prolongada, ya sea por motivos profesionales o a la hora de realizar actividades de ocio al aire libre, es importante utilizar protectores solares.
Asimismo, una crema hidratante corporal adecuada a cada tipo de piel debe ser un ritual imprescindible durante todo el año y sobre todo en invierno, pues es con el frío cuando ésta se reseca más. Es aconsejable que la crema contenga tanto propiedades humectantes como otros que produzcan efectos oclusivos para evitar la pérdida de agua epidérmica. Además es conveniente no utilizar jabón en exceso. Los especialistas recuerdan que no es necesario enjabonarse a diario porque también reseca mucho la piel. También aconsejan evitar las calefacciones a temperaturas muy altas y escapar de ambientes extremadamente secos. Personas que ya tienen problemas dermatológicos de base, como son las que padecen dermatitis atópica, (que suele empeorar durante el invierno) deberán extremar las precauciones. Los adolescentes que padezcan de acné son otro grupo que deberá vigilar el estado de su piel durante esta época. Las bacterias que producen los granos se mueren con el efecto de los rayos ultravioletas y la falta de sol hace que empeore el estado. Tampoco hay que olvidar a los más pequeños. La piel del bebé es especialmente frágil y requieren una gran hidratación. La secreción de grasa y sudor es reducida a esa edad, lo que implica un déficit en la lubricación de la epidermis y en la película hidrolipídica protectora de la piel.
Las zonas del rostro y las manos son las más susceptibles de padecer los efectos del frío ya que son las más expuestas. En el caso de las manos es recomendable aplicarse la crema varias veces al día y hacer especial hincapié antes de ir a dormir, pues por la noche se refuerza el tratamiento. Respecto al rostro, se debe tener en cuenta las necesidades asociadas a cada edad. Es decir, de la misma manera que las prioridades en una persona joven es mantener la piel limpia e hidratada (en general la crema hidratante a estas edades no es necesaria y basta con un sérum), en los adultos, sobre todo en las mujeres tras la menopausia, estas prioridades se centran en combatir la falta de estrógenos y paliar el efecto visual de las líneas y arrugas.
El estrés, la escasez de horas de sueño o una dieta poco equilibrada son otros de los factores que hacen mella en la piel, acentuando los efectos del frío sobre ésta. La alimentación representa una buena base para mantener la piel hidratada. Los ácidos grasos esenciales, presentes sobre todo en pescados como el salmón o las sardinas, tienen una relación muy importante en la hidratación. La vitamina D también es muy importante, algunos productos enriquecidos pueden ser un buen complemento en la dieta.
MANOS. Carecen de glándulas sebáceas y se descaman fácilmente, por lo que una buena hidratación es imprescindible. La crema hidratante debe tener una protección solar mínima de FPS 15.
LABIOS. No es recomendable humedecer los labios con nuestra propia. Lo adecuado es utilizar una protección labial en forma de vaselina o cacao.
OJOS. Se trata de una de las principales zonas donde aparecen los primeros signos de la edad. Una crema especializada para el contorno de ojos es fundamental. Debemos aplicarla dos veces al día sobre los párpados, ojeras y a los lados, haciendo masajes suaves.
ROSTRO Y CUELLO. Es importante limpiar nuestro rostro con un limpiador facial dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. El agua debe ser tibia. Conviene aplicar una crema hidratante con un factor de protección solar alto. Ésta debe ajustarse a nuestro tipo de piel. Por la noche es aconsejable utilizar una crema más nutritiva y densa. Debemos prestarle la misma atención al cuello. Es decir, no basta con aplicar las sobras después de hidratarnos el rostro. Es recomendable centrarnos específicamente en esta zona y masajearla.