Se avanza en el conocimiento sobre el origen de los aneurismas aórticos
Aproximadamente, entre el tres y el cuatro por ciento de la población de entre 65 y 75 años sufre aneurisma aórtico. Actualmente, no existe ninguna opción de tratamiento que pueda detener la progresión de un aneurisma, procediéndose a estabilizar el vaso mediante un stent.
El aneurisma aórtico se caracteriza por una dilatación patológica en puntos específicos de predilección del vaso y puede acabar en una ruptura vascular potencialmente mortal. Las zonas en las que se forman los aneurismas vasculares suelen ser las más afectadas por estos incidentes, incluso en personas sanas, como demuestra un estudio realizado por investigadores médicos de Bochum y Bonn (Alemania). “Queríamos entender por qué siempre son estos lugares los más afectados, también qué los distingue de los demás”, señaló la prof. Daniela Wenzel, jefa del Departamento de Fisiología de Sistemas de la Universidad del Ruhr en Bochum.
Para obtener respuesta a sus planteamientos, utilizaron un método para examinar específicamente el endotelio de la aorta: la capa más interna del vaso sanguíneo. “Sabemos por otras enfermedades vasculares como la arteriosclerosis, que se producen cambios en esta capa más interna mucho antes de que aparezcan los síntomas“, de acuerdo con esta investigadora.
Tal como se explica en el estudio, publicado en la revista ´Angiogénesis´, mediante una técnica de estampación en frío extremo, de pequeñas muestras, que comprendían sólo unas 350 células individuales, pudieron aislar y examinar el ARN. Analizaron la actividad genética en diferentes lugares de la aorta y compararon los lugares en los que se forman aneurismas con frecuencia con aquellos en los que no se observa esta tendencia.
“Hemos identificado ciertos patrones de genes sobreexpresados en los lugares donde se forman con frecuencia dilataciones”, explicó el Dr. Alexander Brückner, estudiante de doctorado en el grupo de trabajo del Instituto de Fisiología I del Hospital Universitario de Bonn y de la Universidad de Bonn y primer autor del estudio. “Estos genes notablemente activos afectan, por ejemplo, a cambios en la matriz extracelular, la formación de nuevos vasos sanguíneos y algunas reacciones inflamatorias. Estas anomalías genéticas también se encuentran en el tejido de aneurismas humanos“, agregó.
Elasticidad del endotelio
Estos expertos pudieron constatar que cuanto menos elástico es el endotelio, más perjudicial es para la salud vascular. Así, demostraron que el endotelio era más rígido en los lugares donde se forman con frecuencia aneurismas que en las áreas de control.
Para su investigación el equipo utilizó un modelo establecido de un ratón knock-out que tiende a formar aneurismas debido a una modificación genética específica. Si además se induce presión arterial alta en estos ratones, se forman aneurismas aórticos. Compararon la actividad genética en el endotelio aórtico de los ratones modificados genéticamente sin aneurisma con la de los ratones que habían desarrollado un aneurisma debido a la presión arterial alta añadida. “En los ratones con aneurisma, encontramos un grado mucho mayor de alteraciones genéticas que pertenecen a la misma categoría que las alteraciones genéticas en ratones sanos”, expuso el Dr. Brückner. “En los ratones con aneurisma, también se alteró la pared del vaso”.
Por tanto, como resumen los investigadores, “los lugares en los que se forman aneurismas con más frecuencia son puntos débiles desde el principio. No sabemos exactamente por qué ocurre esto; quizá tenga que ver con las condiciones mecánicas y el flujo sanguíneo en esos lugares, o quizás la actividad genética alterada en esos lugares se hereda desde el nacimiento. Si a ello se suman factores de riesgo, como el tabaquismo y la hipertensión arterial, se incrementa el riesgo de formación de un aneurisma vascular”, concluyó la prof. Wenzel. L.D.B. (SyM)