Se aconseja no acudir a la playa con un bebé menor de seis meses
Aunque el pequeño permanezca bajo una sombrilla, el reflejo que proyecta el sol sobre la arena puede perjudicarle
A partir del tercer mes de vida, un 20% de los bebés padecen dermatitis atópica
Sofía Larrucea
“Los humanos igual nacemos antes de lo que debiéramos en comparación a otras especies”, bromea Raúl de Lucas, jefe de sección de dermatología pediátrica del Hospital La Paz de Madrid. A diferencia de la mayoría de los mamíferos, el ser humano se despide de la placenta de su madre aún si haberse desarrollado por completo. Claro ejemplo es lo que sucede con la piel. Cuando el pequeño nace, su piel no está preparada para realizar de manera completamente correcta su principal función, que es proteger al organismo del exterior. Por ello, no es de extrañar que un 20% de los bebés a partir de los tres meses de vida padezcan dermatitis atópica. Una enfermedad que, sin embargo, acostumbra a desaparecer en un 80% de los casos a medida que el menor se va acercando a la pubertad. “Los problemas más comunes en esta etapa suelen ser lesiones cutáneas benignas y transitorias”, aclara este dermatólogo pediátrico. Sin embargo, tomar una serie de precauciones y seguir ciertos hábitos en el cuidado de la piel del pequeño es fundamental para conseguir que su cutis sufra lo menos posible. Entre las diversas recomendaciones se destaca, ahora que se acerca el verano, la de no acudir a la playa con bebés menores a los seis meses de vida. “La piel del recién nacido tiene menos melanina que la de un adulto. Por ello, antes de los seis meses de vida no se aconseja ir a la playa con el menor, ni aún poniéndolo debajo de una sombrilla, pues el reflejo del sol sobre la arena también puede afectarle”, advierte Raúl de Lucas. “Para aquellos que sean mayores de seis meses – añade- es importante mantenerlos vestidos y bajo una sombrilla y, en la medida de los posible, intentar prescindir de la crema solar”. Aunque aclara que en aquellas situaciones que se precise del uso de la crema solar, es importante que esta sea específica para bebés.
El proceso de maduración de la piel se completa hacia los dos años de vida, aproximadamente. Hasta entonces, el cutis suele tener unas peculiaridades diferentes a las de un adulto. Tanto la capa córnea como la dermis son más finas y constan de menos papilas dérmicas. Ello provoca que la piel sea más vulnerable a absorber sustancias y que sea más sensible a la presión. Además, las glándulas sudoríparas también son más inmaduras y el bebé suda de una manera diferente, lo que puede provocar que el sudor se retenga y le provoque ligeras lesiones. Las zonas más delicadas suelen ser las nalgas, las manos y los pies, sobre todo al principio, debido a que suele producirse una descamación fisiológica. Sin olvidar la cara y las manos, que al ser zonas normalmente expuestas, también suelen ser más frágiles.
Actualmente, se aconseja realizar el primer baño del bebé pasados los dos días desde su nacimiento para conservar la dermis gaseosa. Transcurridos estos dos días, la rutina de higiene debe ser diaria pero con jabones suaves y de ph neutro. La hidratación, a excepción de casos patológicos, se realiza más bien por confort que por necesidad, pues el contacto físico que se da entre los progenitores y el bebé al aplicar la crema en forma de masaje es muy beneficioso para ambos. Para ello, el dermatólogo pediátrico recuerda, una vez más, utilizar productos que no sean agresivos como pueden ser los aceites, las emulsiones o las leches. Finalmente, las colonias tampoco están aconsejadas. Estas, al llevar alcohol, pueden producir daño sobre la piel del recién nacido. “En caso de que se desee utilizar este producto- concluye de Lucas- deberemos aplicarlo sobre la ropa del menor y nunca directamente sobre su piel”.