Patrick Schöffski, oncólogo médico: “Es obligatorio que el oncólogo incluya al paciente en la toma de decisiones”
JAVIER GRANDA. BRUSELAS. Patrick Schöffski es el jefe del departamento de oncología médica general y del laboratorio de oncología experimental en los Hospitales de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Nacido en Hannover (Alemania), es internista, hematólogo y oncólogo y máster en salud pública en la Facultad de Medicina de su ciudad natal. Ha participado en la directiva de diferentes sociedades científicas como Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer (Eortc), la Organización Europea del Cáncer (ECCO) y la Sociedad Oncológica de Tejido Conectivo (CTOS).
Como especialista en el desarrollo temprano de fármacos oncológicos, ha presentado los datos de una investigación avanzada en el sarcoma, un tumor raro. ¿Por qué le interesa este campo?
Llevo haciéndolo 25 años, sobre todo en estudios iniciales (fase I y II), pero también hago investigaciones avanzadas (fase III) en cánceres poco frecuentes. Y llevo investigando el sarcoma desde hace más de diez años. Realicé un ensayo fase II con un fármaco llamado eribulina, a través de una institución académica, la Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer (EORTC). Escribí el protocolo, buscábamos la actividad de este nuevo compuesto en cuatro subtipos de sarcoma de tejidos blandos. Y vimos signos interesantes de eficacia en dos de ellos, los liposarcomas y los leiomiosarcomas, que son de los más comunes.
Pero los sarcomas de tejidos blandos son poco frecuentes…
Sí, aparecen en cincuenta de cada millón de personas, y la mitad de los pacientes se curan con cirugía. El problema es la otra mitad, con enfermedad metastásica. Basándome en el ensayo fase II, pude convencer al laboratorio que ha desarrollado el fármaco para que invirtiera en la puesta en marcha de un gran ensayo fase III, que hemos llevado a cabo durante los últimos seis años. Y ahora, en el congreso de la Asociación Americana de Oncología Médica (ASCO), presentamos los resultados.
¿Qué destacaría de ellos?
Hemos comparado la eficacia de eribulina frente a dacarbazina, un agente quimioterápico que se usa en sarcoma como estándar de tratamiento. Se usa principalmente en aquellos pacientes en los que han fallado dos o tres líneas de tratamiento, y en este estudio buscamos a estos pacientes con liposarcomas y leiomiosarcomas muy agresivos que habían sido tratados previamente, sin éxito. En total, reclutamos a 452 pacientes para el estudio, son muchos.
¿Cuál era el objetivo del estudio?
Demostrar que aumenta la supervivencia global de los pacientes que reciben eribulina. Era un objetivo ambicioso, nunca antes un ensayo clínico en sarcoma de tejidos blandos había obtenido resultados positivos con este parámetro. Afortunadamente, lo logramos: hubo una diferencia significativa de dos meses entre los dos tipos de tratamiento, con un buen perfil de seguridad y con los eventos adversos ya conocidos.
¿Por qué son importantes esos dos meses de supervivencia? Puede que haya personas a las que les parezca poco tiempo de ganancia…
Esta es otra pregunta clave. Cuando empezamos a plantear este estudio, revisamos los datos ya publicados y la supervivencia media en este tipo de pacientes era de 12 meses. De este modo, saber que un nuevo fármaco prolonga la vida dos meses es un dato que, desde mi perspectiva, es muy importante. Porque, para nuestros pacientes, cada mes cuenta y cada pequeño avance que logramos prolonga la vida más y más. Y para mí, como experto en sarcoma y tratando a pacientes de sarcoma a diario, es un avance muy relevante.
Como experto en tumores sólidos, ¿cómo ha cambiado el panorama en los últimos diez años?
El cambio es permanente: cada año que venimos a un congreso como este, vemos que tres o cuatro enfermedades cambian en el modo de ser tratadas a cómo las manejábamos la semana anterior. Es increíble. Creo que los cambios más importantes que se han producido en la última década son la introducción de tratamientos quimioterápicos de larga duración para el cáncer. Hemos visto un cambio hacia un uso cada vez mayor de fármacos como los inhibidores de la tirosin-cinasa, anticuerpos monoclonales… Y ahora comienzan a aparecer las vacunas y la inmunoterapia.
¿Veremos más cambios en el futuro?
Seguro, mire la experiencia con el sarcoma. Tenemos que seguir realizando ensayos clínicos y convencer a las compañías farmacéuticas para que inviertan en enfermedades raras. Y veremos muchos cambios gracias a los biomarcadores y a la identificación de potenciales dianas. Y, sobre todo, del uso del fármaco adecuado para la diana precisa y de los subgrupos de pacientes que más se beneficien
Pie de foto: Patrick Schöffski en un momento de la conferencia en el último ASCO celebrado