La presión arterial alta puede causar daños cardiacos en adolescentes
En los adultos, la hipertensión es una ‘enfermedad asesina silenciosa’ que provocan daños renales, cardiacos, vasculares y cerebrales, y posteriormente la muerte.
La presión arterial elevada, conocida como hipertensión, puede causar daños cardíacos durante la adolescencia, que se agravan al llegar a la edad adulta, según un estudio realizado en colaboración entre la Universidad de Bristol (Reino Unido) y la Universidad de Finlandia Oriental.
En los adultos, la hipertensión es una ´enfermedad asesina silenciosa´ que provocan daños renales, cardiacos, vasculares y cerebrales, y posteriormente la muerte. Anualmente, el tratamiento de la hipertensión cuesta miles de millones de euros en asistencia sanitaria en todo el mundo y se asocia a un aumento de las urgencias sanitarias, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
La Sociedad Europea de Cardiología y la Sociedad Europea de Hipertensión clasifican la presión arterial de 130/85 mmHg como alta-normal y la de 140/90 mmHg como hipertensión. Mientras que el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón clasifica la presión arterial de 130/80 mmHg como hipertensión.
En 2020, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos concluyó “que las pruebas para apoyar el cribado de la hipertensión arterial en niños y adolescentes son insuficientes y que no se puede determinar el equilibrio entre beneficios y daños“.
Sin embargo, el año pasado se informó de que el aumento de la presión arterial sistólica durante la infancia se asociaba con el riesgo de muerte prematura a mediados de los cuarenta. No obstante, sigue sin conocerse el momento más precoz en que se revelan posibles daños cardiacos relacionados con la hipertensión en una población general de niños y adolescentes.
Además, no está claro si la hipertensión arterial superior a 130/85 mmHg tiene un papel causal en el daño cardiaco prematuro en la población joven debido a la falta de mediciones ecocardiográficas repetidas.
Este estudio, publicado en la revista científica ´Journal of Pediatrics´, se realizó entre 1.856 adolescentes, de los cuales 1.011 eran mujeres. Los adolescentes tenían 17 años al inicio del estudio, y se les realizó un seguimiento de 7 años hasta que alcanzaron la edad adulta a los 24 años.
Se evaluó la hipertensión, así como los indicios de daño cardiaco al inicio y durante el seguimiento. Los signos de daño estructural cardiaco son la hipertrofia ventricular izquierda y el elevado grosor relativo de la pared, mientras que los signos de daño funcional cardiaco son la disfunción diastólica ventricular izquierda y el aumento de la presión de llenado ventricular izquierda.
Durante el periodo de seguimiento de 7 años, la prevalencia de presión arterial elevada y daño cardiaco entre los adolescentes se duplicó.
Con un control exhaustivo de la masa grasa, la masa muscular, la glucosa, los lípidos, el hábito tabáquico, el tiempo de sedentarismo, la actividad física y los antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, y utilizando los puntos de corte de los adultos para diagnosticar el daño cardiaco, se observó que la presión arterial elevada y la hipertensión causaban daño cardiaco prematuro tanto en varones como en mujeres.
En cada sexo se observaron características específicas de la presión arterial elevada y de los daños cardiacos relacionados con la hipertensión. Por ejemplo, entre los varones, la presión arterial sistólica elevada y la hipertensión se asociaron con un aumento aproximado del 10-30 por ciento del riesgo de daño de la función cardiaca, pero no hubo riesgo de daño de la estructura cardiaca.
Sin embargo, entre las mujeres, la presión arterial sistólica alta y la hipertensión se asociaron con un aumento aproximado del 60-217 por ciento del riesgo de daños en la estructura cardiaca y del 35-65 por ciento del riesgo de daños en la función cardiaca.
“Estas nuevas pruebas sobre el efecto deletéreo de la presión arterial alta y la hipertensión primaria en el corazón de la población joven son alarmantes. El retraso en el inicio del cribado de la presión arterial en la adolescencia es injustificable si se tiene en cuenta la cantidad de daños cardiacos y muertes prematuras que podrían evitarse“, ha comentado Andrew Agbaje, médico y epidemiólogo clínico de la Universidad de Finlandia Oriental.
Por lo tanto, los autores del estudio han animado a “los expertos en salud pública, a los responsables de las políticas sanitarias, a los periodistas y blogueros especializados en salud, a los pediatras y a los cuidadores a que aumenten significativamente la concienciación sobre el peligro crítico que suponen la presión arterial alta y la hipertensión para los jóvenes“.
“Debería impulsarse la introducción de cambios legislativos que obliguen a los adolescentes a someterse a pruebas de detección de la tensión arterial, ya que esto podría reducir significativamente las urgencias relacionadas con la hipertensión en la edad adulta“, ha remachado. M.T.T./ L.D.B. (SyM)