Hasta diez años de retraso en el diagnóstico de la espondilitis anquilosante
Se trata de una enfermedad reumática que cuando se detecta puede haber provocado complicaciones irreversibles
Hasta un 30% de los pacientes con espondilitis también sufren una afectación ocular inflamatoria
Sofía Larrucea
Las espondiloartritis, entre las que destaca la espondilitis anquilosante, pueden llegar a afectar a 1,5% de la población española. Una incidencia que, si bien no es muy alta, puede tener graves consecuencias sobre la calidad de vida del afectado debido, principalmente, a un diagnóstico tardío. De hecho, se ha calculado que la detección de la espondilitis anquilosante suele realizarse con un retraso de siete a diez años, etapa en la que las articulaciones, fundamentalmente las de la columna vertebral, ya han empezado a fusionarse. Se trata de una afección reumática que causa inflamación, sobre todo en la columna vertebral, y se caracteriza por causar un fuerte dolor crónico de espalda, pudiendo llegar a provocar inmovilidad, entre otras complicaciones. Diagnosticarlo a tiempo es fundamental para conseguir un manejo óptimo y poder frenar su evolución. Aspecto que desde la Coordinadora Española de Asociaciones de Espondiloartritis (CEADE) no cesa de reclamarse. Su presidente, Pedro Plazuelo, también paciente de la enfermedad desde hace 12 años, así lo manifiesta. “El tiempo es oro”, afirma.
Son diferentes los motivos por los que el diagnóstico se suele realizar con retraso. Según Jesús Sanz Sanz, especialista en reumatología Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda de Madrid, uno de los principales se debe a las herramientas de diagnóstico de las que se disponía hasta ahora, que principalmente había sido la radiografía convencional. “Se calcula que esta enfermedad empieza a ofrecer síntomas apreciables por radiografía pasados los cinco o diez años desde su aparición”, apunta. Para solucionar dicho retraso se están buscando otras vías de diagnóstico precoz como puede ser la Resonancia Magnética (RM). Esta permite detectar lesiones antes de que se formen los puentes óseos y que, por lo tanto, produzcan discapacidad irreversible. Asimismo, el armamento terapéutico del que se dispone es más amplio. “Ahora contamos con las terapias biológicas y podemos llegar a tener un buen número de pacientes incluso en remisión”, afirma el especialista Sanz Sanz.
Se trata de una dolencia que puede provocar grandes incapacidades en la persona que la sufre. La más conocida es que la columna se anquilose, es decir, que el paciente pierda movilidad. Las lesiones tienden a soldarse hueso con hueso, se pierde la movilidad de la articulación y se crea una rigidez en todas las articulaciones afectadas. “En ese estado de afectación, el paciente prácticamente no puede doblarse o no puede girarse, ni agacharse”, lamenta el especialista Jesús Sanz Sanz. La espondilitis suele irrumpir hacia los 30 años de edad, en plena etapa de desarrollo profesional y personal. Lo más difícil para Pedro Plazuelo es aceptarlo. “Ves como tu castillo de naipes se cae y te ves obligado a adaptarte a tu enfermedad, hay veces que se consigue y otras que no, desgraciadamente algunas personas pueden acabar perdiendo su empleo debido a esta enfermedad”, cuenta el presidente de la CEADE, desde donde también se reivindica el abordaje multidisciplinar de esta afección. A pesar de que la espondilitis es una enfermedad reumática, tiene afectaciones extrarticulares. Se calcula que hasta un 30% de los pacientes con espondilitis también sufre una afectación ocular inflamatoria. La psoriasis también es bastante común entre este colectivo, al igual que la afectación intestinal. La mitad de estos pacientes sufre problemas de intestino y hasta un 7% puede padecer Crohn o Colitis Ulcerosa. Sin olvidar la artritis. Esta última es tan frecuente en los pacientes de espondilitis que incluso especialistas como Jesús Sanz Sanz prefieren referirse a esta enfermedad como espondiloartritis.