El espectáculo de la neurociencia
Elon Musk presenta un chip que se implanta en el cerebro con el que asegura que se podrán curar la depresión y daños neurológicos
Elon Musk, el millonario propietario de Tesla, SpaceX e Hyperloop, presentó –en streaming vía YouTube– los últimos avances de Neuralink, su startup dedicada a la neurociencia, que aspira a diseñar un chip que una vez implantado en el cerebro funcione como una interfaz entre este y un ordenador. De hecho, la pretensión es mucho más ambiciosa y Musk espera que gracias a este chip prodigioso podamos controlar las cosas con la mente, así como curar la depresión, las lesiones espinales, los trastornos neurológicos, poner fin al dolor extremo y hasta desentrañar los misterios de la conciencia.
Musk incluso llegó a hablar de la posibilidad de que su chip sirva para comunicar pensamientos no limitados por ningún lenguaje humano –“telepatía consensual y conceptual no lingüística”, lo llamó– y que gracias a su invento se llegue a “una simbiosis entre el ser humano y la inteligencia artificial”. Hay que recordar que Musk ha manifestado en repetidas ocasiones su temor a que la inteligencia artificial convierta a los humanos en “gatos domésticos” de las computadoras.
El verano pasado, Neuralink ya presentó la máquina-robot que se utilizará para trepanar el cráneo e instalar el chip, y ahora ha presentado el nuevo modelo de microprocesador. Se trata de un dispositivo del tamaño de una moneda de 23 mm de diámetro y solo 8 mm de espesor, que se puede cargar por la noche de forma inalámbrica ya que cuenta con bluetooth. En teoría se podrá instalar sin tener que pasar ni una sola noche en el hospital y el proceso tan solo dejará una pequeña cicatriz. Con todo, la gran estrella de la presentación fue la cerda biónica Gertrude, que ya lleva el chip implantado en su cerebro. Mientras el animal caminaba por una cinta tratando de alcanzar el alimento situado en un comedero, un ordenador registraba sus señales neurológicas lo que le permitía saber en cada momento la posición de cada una de las extremidades de la cerda. Según Musk, esto supone una gran esperanza para devolver la movilidad a las personas parapléjicas. Además, se pudieron escuchar unos sonidos que Musk aseguró que eran “las neuronas de Gertrude disparándose”. En el caso de una lesión de la médula espinal, se podría implantar otro chip en el lugar de la lesión y evitar los “circuitos de transmisión” dañados, dijo Musk. “A largo plazo, estoy seguro de que podremos recuperar el uso completo de nuestro cuerpo”, añadió. Claro que Musk tampoco ofreció datos más concretos que alentaran que esta esperanza se puede ver realizada algún día, y de hecho aseguró que su chip era como tener “un FitBit en el cerebro”. Tras la presentación la MIT Technological Review publicó que “Neuralink era un teatro de neurociencias”. También Dean Burnett, investigador de la Universidad de Cardiff, se mostró muy escéptico sobre los avances reales de Neuralink cuando comentó, antes de la presentación, que “cada cerebro tiene una estructura única, masivamente interconectada”.
El hombre que sueña con colonizar Marte tampoco dijo nada sobre cómo va a lograr que el chip esté protegido contra perturbaciones e interferencias, ni cómo se va asegurar que las comunicaciones con el móvil y cualquier otra máquina sean inviolables. Por supuesto tampoco mencionó los riesgos de implantar un objeto extraño en el cuerpo humano. Por contra, Musk sí aseguró que el dispositivo será “bastante caro” en el momento de su lanzamiento, pero afirmó que espera reducir el precio a unos pocos miles de dólares. También anunció que ya había recibido la autorización de la FDA para iniciar pruebas, sin especificar un horizonte para los primeros implantes humanos, a pesar de que en julio de 2019, los prometió para 2020.
Neuralink no es la única empresa que trata de adentrase en la profundidades del cerebro humano y, por ejemplo, Facebook financia un proyecto para traducir la actividad cerebral en palabras, a través de algoritmos, con el fin de devolver la voz a personas que se hayan quedado mudas a causa de enfermedades neurodegenerativas. Albert Molins (LV)