¿Cómo diferenciar una insolación de un golpe de calor?
Con las altas temperaturas y la mayor exposición al sol es habitual que se produzcan insolaciones o golpes de calor. Los ancianos, niños y las personas obesas son las más propensas a sufrirlos y deben extremar las precauciones. Todos hemos oído hablar de ambas patologías, pero, ¿sabemos diferenciarlas?
La insolación está estrictamente producida por la acción directa de los rayos del sol. Los síntomas más habituales son fiebre, sensación de calor, piel enrojecida y seca y sensación de delirio. Incluso puede ocurrir que el paciente sufra convulsiones y llegue a entrar en coma, pero los síntomas pueden variar de un paciente a otro y dependiendo del nivel de insolación que padezca.
Si tenemos sospecha de que existe una insolación, debemos llevar al afectado a un lugar fresco y aplicarle paños de agua fría en la frente, nuca y muñecas para conseguir bajar la temperatura corporal. Si el paciente está consciente, debemos darle agua a cucharadas, en pequeñas dosis. Si sufre convulsiones o los síntomas no cesan, debemos llamar a los servicios médicos inmediatamente.
Los síntomas de un golpe de calor son muy similares a los de una insolación y la manera de proceder debe ser la misma. Cuando se produce un golpe de calor es porque el organismo no es capaz de asumir más calor del que ha recibido, aunque se trate de causas diferentes a la exposición al sol. Puede ocurrir, por ejemplo, cuando una persona ha realizado ejercicio físico intenso o cuando ha permanecido en un ambiente muy acalorado durante mucho rato.
Con el calor también se puede producir una deshidratación, los síntomas de la cual son muy diferentes a los de la insolación y el golpe de calor. El paciente empalidece y tiene la piel húmeda con una sudoración profusa. El pulso es más débil y la respiración más lenta. Aunque la temperatura corporal es normal, el paciente puede sufrir vómitos y cefaleas y presentar la tensión baja.
El modo de actuación debe ser el siguiente: el afectado debe permanecer tumbado con las piernas levantadas y la persona que lo asista debe darle de beber agua en pequeñas cantidades. En ocasiones es recomendable añadir sal y azúcar al agua o proporcionarle una bebida isotónica.