Esquizofrenia, cerebros más allá de la realidad
Alucinaciones y delirios son los principales signos de esta enfermedad psicótica que afecta al 1% de la población española
ANICHA SENDÍN – Aunque no vendiera ni un solo cuadro en vida, Vincent van Gogh es uno de los artistas más cotizados de nuestros tiempos. Mucha gente conoce sus episodios esquizofrénicos, que le llevaron a cortarse una oreja. Dicen que la enfermedad estimuló su creatividad artística a los niveles máximos. Pero también favoreció su suicidio en 1890 al dispararse un tiro en el pecho. Del griego schizein (dividir) y phr?n (mente), este trastorno psicótico produce alteraciones del comportamiento que pueden llegar a alucinaciones, delirios y pérdida de capacidades. Su diagnóstico precoz es clave para un buen control de la enfermedad y una calidad de vida digna.
En España aproximadamente el 1% de la población cuenta con un diagnóstico de esquizofrenia, con un debut máximo entre los 20 -25 años en hombres y los 23 y 28 años en mujeres. Es una enfermedad compleja en todas sus características. El documental de Julio Medem e Ione Hernández, precisamente titulado Uno por ciento, habla de los invisibles muros a los que el paciente debe enfrentarse, más difíciles de romper que los físicos. El cambio puede empezar con la pérdida de capacidades o habilidades de integración con el entorno.
La persona va adquiriendo un comportamiento más excéntrico, poco comprensible por los demás, y cada vez se encuentra menos adaptado, señala Miquel Bernardo, investigador principal del CIBERSAM y director de la unidad de esquizofrenia del hospital Clínic de Barcelona. Luego aparecen los síntomas más claros como alucinaciones, delirios y pérdida de capacidades. La anhedonia, pérdida del placer, es habitual. De repente deja de disfrutar con situaciones que antes le resultaban placenteras, apunta Miquel Bernardo.
La esquizofrenia es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Los factores ambientales percutores en una persona con predisposición genética pueden hacer que la enfermedad debute de una manera precoz. Cuanto antes empieza la esquizofrenia, peor es el pronóstico. Pero este especialista en psiquiatría recalca que estos factores por sí solos no son suficientes, y que tener la predisposición no implica desarrollar la enfermedad. Desde hace diez años existen programas pilotos de detección precoz de sujetos vulnerables, lo que técnicamente se conoce como EMAR (estados mentales de alto riesgo). Se trata de desarrollar estrategias en personas de alto riesgo para evitar que la enfermedad de la cara.
El riesgo aumenta sobre todo durante los primeros cinco años tras el primer episodio, ya que entre el 60-70% de personas vuelven a tener otro. La mayor parte de pacientes que han tenido dos episodios evolucionan de forma multiepisódica, es decir, a lo largo de la vida se van sucediendo diferentes procesos, señala este psiquiatra. Es la manifestación más común, pero hay otras dos formas de evolución. La más devastadora y menos frecuente se produce cuando desde el primer episodio ya no hay remisión, sigue un curso crónico y de deterioro. Otra forma, la más benévola, representa un 25% de los casos. Son los pacientes que evolucionan favorablemente tras el primer episodio. Ello depende de un diagnóstico y tratamiento a tiempo, dice Miquel Bernardo. Una de las más graves complicaciones en el manejo de paciente esquizofrénico son los episodios de agitación. Esta situación es la que, con frecuencia, lleva al ingreso del enfermo.
Hasta ahora, las alternativas frente a estos episodios eran limitadas y a menudo acababan en la reducción del paciente mediante técnicas agresivas. En los últimos años se ha avanzado en el campo de la esquizofrenia y actualmente existen alternativas menos violentas para conseguir calmar al paciente. Prevenir y tratar los episodios de agitación es muy importante porque no sólo afectan al desarrollo de su enfermedad, sino que también influyen en sus relaciones sociales y afectivas.
En estos momentos el diagnóstico es clínico, es decir, a través de la presencia de síntomas, pero actualmente están en etapa de validación diversos marcadores biológicos y genéticos que incluyen pruebas de neuroimagen para la confirmación del diagnóstico. De momento son elementos complementarios, pero ya hay más de 150 biomarcadores diferentes que combinados entre sí dan un diagnóstico de esquizofrenia concordante con el diagnóstico clínico. Se están presentando test biológicos que tienen una adecuada sensibilidad y especificidad sin falsos positivos, asegura Miquel Bernardo.
El tratamiento debe ser estrictamente individualizado. Además de la terapia farmacológica para la reducción de los síntomas psicóticos, el paciente requiere rehabilitación psicoterápica orientada a potenciar la funcionalidad del sujeto, conseguir una adecuada conciencia de la enfermedad, capacidad autocrítica y que sepa diferenciar las conductas
riesgo. En este sentido, es importante encontrar factores protectores moduladores de la conducta. Una red social y afectiva es un protector, por ejemplo. Todas estas pautas ayudan a evitar las recaídas. Y es que cuantas más recaídas haya, peor es la evolución.
Pese a la dificultad de este trastorno, los especialistas son optimistas. Hoy en día la enfermedad puede frenarse y reconducirse por las intervenciones terapéuticas. Pueden seguir trabajando o estudiando. La esquizofrenia tiene limitaciones, como cualquier enfermedad, -señala Bernardo- pero sabiéndose adaptar los pacientes consiguen una calidad de vida aceptable. Van Gogh se suicidó, pero entonces no contaban con las alternativas actuales. Quizás es mejor fijarse en el matemático y economista estadounidense John Nash, premio Nobel de Ciencias Económicas en 1994. Su lucha constante contra la esquizofrenia le ha ayudado a sobrellevar la enfermedad. Su ejemplo quedó retratado en la película Una mente maravillosa, protagonizada por Russell Crowe.