La alopecia, tema de gran impacto social
Por Patricia Fernández Martín, psicóloga química en el hospital Ramón y Cajal, Madrid.
La controversia de la ceremonia de los Oscar ha visibilizado la lucha de muchas mujeres a la hora de convivir con la alopecia areata, la que sufre Jada Pinkett. Más allá de la polémica generada por el bofetón de su marido Will Smith, a Cris Rock, el presentador de la gala se burló de la dolencia de Pinkett, el episodio ha destapado una realidad desconocida para gran parte de la sociedad.
En las consultas hospitalarias de psicología no es infrecuente escuchar testimonios de mujeres asustadas y preocupadas por la caída del pelo. Esta realidad se ha incrementado durante la pandemia. El estrés mantenido en el tiempo puede producir una intensa pérdida de cabello llamada efluvio telógeno. Aunque es llamativa, esta caída es recuperable. En el caso de la alopecia areata, esta caída se hace más duradera. En los tratamientos para recuperar y mantener el pelo trabajan los dermatólogos más prestigiosos de este país, como el equipo de dermatología del Hospital Ramón y Cajal con profesionales como Sergio Vañó y David Saceda.
Este tipo de alopecia causa un gran impacto emocional y una alteración en la calidad de vida de muchas mujeres. En cambio, apenas reciben consultas procedentes de hombres, ya que estos se adaptan mejor a sus consecuencias porque los imprevistos sociales sobre la belleza y los cánones vigentes les perjudican menos. Algunas mujeres refieren, antes este tipo de dolencias, sentimientos de impotencia porque se sienten menos femeninas. El papel que desempeña el cabello en la identidad y la autoimagen y la pérdida de este deterioran la autoestima.
Enfrentarse a un duelo. Algunas mujeres entran en un bucle de pensamientos negativos y en ocasiones desarrollan ideas o comportamientos obsesivos, y miran compulsivamente si se les ha caído el pelo por la noche contando cada cabello de la almohada. Si les vuele a crecer el pelo, se ponen nerviosas cada vez que se duchan. Que se caiga de nuevo les rompe por dentro.
Aquellas que tienen un diagnóstico reciente suelen estar asustadas y cansadas tras un recorrido por muchos especialistas. Se sienten incapaces de tomar algunas decisiones, les cuesta explicar la enfermedad a su entorno y se sienten culpables por si el diagnóstico tiene que ver con un mal manejo del estrés a nivel personal. Llevan tiempo disimulando la caída con peinados, pelucas, pañuelos…Les genera inquietud si les ca a condicionar su relación de pareja o a nivel sexual. En su entorno laboral, sienten vergüenza y miedo de ser juzgadas, y en ocasiones se plantean dejar su trabajo. El diagnóstico puede alterar sus rutinas y hacer que se abandones actividades como ir a la piscina o disfrutar tranquilamente de la playa en verano. Estar dispuesta a soportar miradas compasivas a la vez que morbosas se hace insoportable. También es habitual que se vean obligadas a resolver malentendidos, como cuando alguien piensa que debe padecer un cáncer.
Sabemos que el curso de cualquier enfermedad de la piel se ve afectado por el estado psicológico del paciente. En algunos casos pude aparecer sintomatología de depresión, estrés y ansiedad. Aunque un porcentaje de los pacientes que sufren alopecia o cualquier trastorno de la piel pueden ser atendidos por parte del dermatólogo sin ser precisa una derivación a psiquiatría o psicología, en muchos casos se requiere de una colaboración conjunta.