Maria Neira (OMS): “Respirar aire contaminado es la mayor amenaza para la salud”
La directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS reclama un pacto internacional para mejorar la calidad del aire
“La contaminación es un asesino invisible y una emergencia de salud pública de primer nivel”, esgrime, contundente, Maria Neira, directora del Departamento de Salud Pública y de Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También miembro de la Fundación España Salud. Esta médica española, ahora a cargo de una oficina de Naciones Unidas, habla con claridad de los múltiples impactos de la crisis climática en la salud humana y de la necesidad de abordarlos. “Está en nuestras manos frenar el impacto de esta crisis”, explica Neira. El pasado mes hemos tenido varias noticias importantes sobre crisis climática. Por ejemplo, Naciones Unidas ha anunciado el primer acuerdo global contra la polución por plásticos.
Es un paso muy importante. Y aunque todavía no es vinculante, es fundamental que los países hayan tomado conciencia de este problema y de la necesidad de abordarlo. Cualquier compromiso para acabar con la contaminación es bienvenido. Sobre todo, viendo las toneladas de residuos plásticos que se vierten en el medio ambiente y su impacto para los ecosistemas y la salud humana.
Pregunta- Hace unas semanas el Panel Intergubernamental del Cambio Climático alertó de que “la crisis climática ya ha afectado negativamente la salud física de las personas en todo el mundo”. De todos los impactos de este fenómeno, ¿cuál le preocupa más?
Respuesta- El cambio climático está causando múltiples impactos negativos para la salud humana. Tanto directos como indirectos. Esta crisis está alterando los pilares básicos de nuestra vida, como la comida, el agua y el aire que consumimos. El aumento de las temperaturas, por ejemplo, está provocando que en muchos puntos del mundo ya no se pueda cultivar como antes y esto está creando problemas de desnutrición entre la población. El calentamiento global también es el responsable de que esté aumentando la transmisión de enfermedades provocadas por vectores, como la malaria y el dengue.
Cuando hablamos del aumento global de las temperaturas, muchos bromean diciendo que es una ‘buena noticia’ porque significa que “en Navidad hará más calor”. ¿Acaso nos estamos quedando solo con una parte de la historia? Todavía falta mucha información sobre qué significa el cambio climático. En las últimas décadas se han hecho muchos progresos en este sentido, porque a estas alturas ya no hay casi nadie que niegue la existencia de esta crisis, pero todavía falta mucho trabajo por hacer para explicar sus consecuencias. Uno de los argumentos más convincentes para hablar de la gravedad de la crisis climática es el de la salud. La gente se preocupa más por el impacto de esta crisis cuando les cuentas que ya está afectando su vida, a su bienestar, que cuando les hablas de osos polares o del impacto de todo esto en generaciones futuras.
P- En grandes ciudades como Barcelona o Madrid, la contaminación dispara los indicadores de calidad del aire todos los días. ¿Qué impacto tiene esto para nuestra salud?
R- Respirar aire contaminado es una de las mayores amenazas para la salud humana. Si vamos a la raíz del problema, vemos que el mismo fenómeno que está alimentando el aumento global de las temperaturas también está ensuciando el aire que respiramos. La mala calidad del aire provoca siete millones de muertes anuales. La buena noticia es que si frenamos la contaminación los beneficios para la salud son prácticamente inmediatos. “La mala calidad del aire provoca siete millones de muertes anuales”
P- ¿Así que si dejáramos de contaminar hoy mismo veríamos beneficios a corto plazo?
R- Sí. Y tenemos varios ejemplos de esto. Cuando hubo el primer confinamiento masivo por la pandemia de covid-19, las emisiones se redujeron drásticamente, la calidad del aire mejoró en seguida y bajaron los ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias (o agravadas por la contaminación). Lo mismo pasó con los Juegos Olímpicos de Pekín; una semana antes de su inicio cerraron el tráfico y la frenaron la producción industrial, la calidad del aire mejoró en seguida y se observaron mejoras de varios indicadores de salud en la población. La OMS determina que respirar aire contaminado es la mayor amenaza para la salud.
P- Si sabemos que la mala calidad del aire es perjudicial para la salud y también sabemos que si la mejoramos los beneficios son inmediatos, ¿por qué hacemos nada para arreglarlo?
R- Es incomprensible que no se haga nada. El mundo necesita un pacto global para una buena calidad del aire. Igual que se ha hecho con la contaminación por plásticos, países de todo el mundo deberían adoptar un compromiso global y legalmente vinculante para mejorar la calidad del aire que respiran sus ciudadanos. La contaminación es un asesino invisible y una emergencia de salud pública de primer nivel y debemos tratarla como tal.
P- ¿Qué cree usted que necesitamos para conseguir algo así?
Mucha voluntad política. Por ejemplo, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y dirigirse hacia fuentes de energía renovables. Hay quien argumenta reducir las emisiones y la contaminación del aire haría daño a la economía, al crecimiento. Pero el argumento económico es el contrario. Está demostrado que cada dólar invertido en renovable genera entre cuatro y cinco veces más retorno que los invertidos en combustibles fósiles. Nosotros, desde la OMS, intentamos concienciar a cada gobierno, cada ciudad y cada ciudadano para que contribuya a este proceso.
P- ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros, como ciudadanos, para frenar la crisis climática?
R- Como individuos, lo más importante que podemos hacer es ser conscientes de la gravedad de esta crisis. A partir de ahí podemos tomar acciones como reducir nuestro consumo, escoger opciones de movilidad menos contaminantes o apostar por alimentos de producción local. Pero la medida más importante que podemos hacer como ciudadanos es hacer presión política hacia quienes tienen la capacidad de decisión. Por ejemplo, gracias a los padres y madres que denunciaron que la contaminación afecta a sus hijos, muchas ciudades se están planteando cómo reducir el tráfico cerca de las escuelas.
P- Cuando explicamos el impacto de la crisis climática tendemos a hablar en tono catastrofista. ¿Cree usted que deberíamos cambiar la retórica?
R- Sí, efectivamente. Después de la pandemia de covid-19 y de las crisis humanitarias que estamos viviendo, la gente ya no puede absorber más malas noticias. Hay que hablar más de cambio climático, pero hay que hacerlo en positivo. Decir, por ejemplo, que menos contaminación equivale a menos casos de asma. O que si dejas el coche contribuyes a frenar el calentamiento global. O que tus acciones pueden ayudar a mejorar la salud del planeta. Si solo hablamos de un futuro apocalíptico, la idea que se transmite es que está todo perdido. Pero no, el mensaje es que todavía tenemos posibilidades. Está en nuestras manos frenar el impacto de esta crisis. Valentina Raffio (EP)