El diagnóstico y el tratamiento temprano son claves en las enfermedades cardíacas estructurales
Ramón García Furquet. Manager de Edwards Lifesciences España
Se estima que el 12% de los mayores de 75 años sufre algún tipo de enfermedad cardiaca estructural, conjunto de enfermedades que incluye, entre otras, la estenosis aórtica.
Asociadas al envejecimiento y el declive funcional, estas enfermedades requieren la reparación o sustitución de las válvulas del corazón y son potencialmente mortales. Por poner un ejemplo, el 50% de los pacientes con estenosis aortica severa sintomática fallecen a los dos años si no se trata adecuadamente. En los 60 años de historia de avances en tecnología cardíaca, se encuadran en las terapias para las enfermedades cardiacas estructurales acompañando a los pacientes en su camino desde aquella primera válvula cardiaca artificial hasta las actuales soluciones transcatéter.
Uno de los grandes problemas de las enfermedades cardiacas estructurales es su bajo índice de diagnóstico y, por lo tanto, de tratamiento. Históricamente, por diversas razones, la mayor parte de las terapias se han dirigido al tratamiento de la válvula aórtica, mientras que los pacientes con dolencias de la válvula mitral o tricúspide disponían de menos alternativas terapéuticas. Ahora mismo una de las prioridades es poder ofrecer a esas personas soluciones para que puedan recuperar un estilo de vida activo y una buena calidad de vida.
Hay que tener en cuenta que este tipo de patologías producen un declive funcional muy importante en las personas que las sufren, imposibilitándoles llevar una vida normal y convirtiéndoles en dependientes. Hoy en día, una persona con 65 años participa de forma activa en la sociedad y juega un papel clave en la economía. Son ciudadanos que consumen, viajan, nos ayudan con su experiencia, participan en acciones de voluntariado, cuidan de nuestros hijos y son un pilar sobre el que se sostienen nuestras familias. Muchas veces de confunden los síntomas de las cardiopatías estructurales con la edad (fatiga, falta de aliento…) y por lo tanto no son tratadas adecuadamente. En un entorno demográfico como el que afecta a España, es fundamental afrontar esta situación para asegurarnos de que estamos preparados ante el más que previsible incremento de afectados para estas enfermedades. Se estima que en 2040 casi dos millones de personas sufrirán alguna cardiopatía estructural y es necesario asegurar un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado para darles la oportunidad de vivir una vida plena y activa en la sociedad.