El centro de día, una opción para los mayores de la casa
El 88% de las personas mayores de 50 años tienen a su cargo a sus padres o a sus suegros
JON MASEDA. Decidir llevar a un familiar a un centro de día es una decisión muy delicada para muchas familias. Sensación de fracaso o de que se abandona al ser querido son algunos de los sentimientos que los cuidadores, la mayoría hijos, pueden sentir al realizarlo. Una cuestión delicada que además afecta a muchas personas en nuestro país. Se calcula que el 88% de los mayores de 50 años tienen a su cargo a sus padres o a sus suegros. No obstante y lejos de lo que muchos puedan pensar, el centro de día se trata de una opción que comporta beneficios tanto para el anciano como para los familiares. “Las acciones terapéuticas siempre son más efectivas si las realiza un profesional que si realizan en casa”, afirma David Curto, jefe asistencial de Sanitas Residencial.
Antes de decidir ingresar a un familiar en un centro de día es importante determinar cuáles son las necesidades de la persona mayor, pues según sus características o afecciones, existen establecimientos especializados en diferentes ámbitos. De este modo, mientras que hay centros profesionalizados en cuidar a personas con todo tipo de dependencias, existen otros llamados psicogeriátricos, que son aquellos especializados en alguna patología en concreto como puede ser el Alzheimer o el Parkinson.
Sea como fuere, todos comparten una característica en común: prevenir o ralentizar la aparición de patologías asociadas a la edad y rehabilitar las habilidades tanto físicas como cognitivas. Para ello, un grupo heterogéneo de especialistas como fisioterapeutas, psicólogos, enfermeros y otros médicos se encargan del control y de la evaluación personalizada de cada caso. Trabajan áreas como la socialización, el refuerzo de la autonomía o de la capacidad cognitiva, entre otras. “En algunas ocasiones es el propio equipo médico quien aconseja al cuidador ingresar al paciente en una residencia, pues puede llegar un momento en el que el centro de día no sea suficiente para garantizar un correcto control de enfermedades crónicas”, apunta David Curto. En muchos casos el ingreso a un centro de día es visto como un fracaso familiar, lamenta el especialista, cuando en realidad, “el hecho de poder tener al familiar fuera de casa trabajando diferentes aspectos hace que el cuidador se relaje y que cuando el mayor vuelva a casa haya mejor ambiente familiar”, añade.
De hecho, se calcula que más del 50% de las personas no preparadas que deciden cuidar a sus mayores en casa acabarán presentando síntomas de sobrecarga y pueden desarrollar lo que se conoce como el síndrome del cuidador. “Este síndrome genera un malestar que luego impide cuidar correctamente”, advierte el especialista de Sanitas.
Los centros de día se adaptan a las necesidades, no sólo del paciente, sino también de los familiares. Para aquellos que no tienen transporte o vía para transportar a sus familiares, los centros ofrecen servicio de transporte correctamente homologado. “Tienen rutas y horarios diferentes con el objetivo de ser lo más eficientes posibles”, añade David Curto.
Asimismo, los centros también suelen ofrecer diferentes opciones horarias. Suelen estar abiertos de nueve a seis de la tarde y algunos incluso están disponibles los fines de semana. “No es obligatorio que las personas mayores acudan cada día, los centros suelen ser muy flexibles. Hay quienes comen ahí y luego se echan la siesta y hay otros que sólo pasan la mañana, por ejemplo”, concluye.