Siete de cada 10 niños obesos lo serán en edad adulta

Las dificultades económicas en el acceso a alimentos “sanos” y propios de la dieta mediterránea incrementa la obesidad.

Madrid, 9 de octubre de 2024.- El origen de los problemas que provocan sobrepeso y obesidad en edad infantil/juvenil es primordial ya que siete de cada 10 menores mantendrán esta situación en edad adulta, además de afectaciones a la salud cardíaca al llegar a los 60. Un informe nutricional recogido por la Fundación España Salud revela que en familias con rentas globales superiores a los 50.000 euros anuales el sobrepeso y la obesidad afecta al 21,3% de los menores. En cambio, en grupos familiares con rentas de alrededor de los 20.000 euros, la tasa se eleva al 47,6%.

Según los últimos datos del estudio COSI, la tasa de obesidad y sobrepeso en menores entre 6 y 9 años en España se acerca al 40%, la más alta, junto a Italia, de la UE. Estos problemas pueden derivar en cardíacos al llegar a los 60 años dado que desarrollarán una mayor masa ventricular izquierda. Por ello, estas afectaciones del corazón van más allá de las consecuencias del sobrepeso en etapas anteriores de la vida.

También la falta de una actividad física mantenida en estas edades infantiles es otra causa de este incremento de sobrepeso en los últimos años. La OMS recomienda un mínimo de 60 minutos de actividad física al día entre los seis y 18 años. Esta recomendación solo la cumple el 30% de niños y adolescentes españoles.

Según la nutricionista Magda Carlas “los progenitores deciden, los factores de riesgo en obesidad del menor: descanso, dieta, hábitos y ejercicio, entre otros”. Según la especialista, “la dieta no ha de ser igual para cada niño, habrá que considerar las circunstancias en cada momento”.

Los expertos destacan la importancia de controlar los azúcares en la dieta para evitar la obesidad y el síndrome metabólico, recomendando un consumo de azúcares libres inferior al 10% de la energía total y al menos 25 g/día de fibra. En lo que respecta a los ácidos grasos saturados (AGS), reducirlos disminuye el colesterol LDL y el riesgo cardiovascular, sugiriendo un enfoque integrador que reemplace AGS con grasas insaturadas y carbohidratos ricos en fibra. Ante algunas creencias sobre el impacto de los edulcorantes en estas tasas elevadas, los expertos descartan su incidencia ya que, según la nutricionista Carlas, “los refrescos, con edulcorantes o con otro componente, tienen muy poca repercusión en las cifras de sobrepeso infantil. De hecho el consumo es muy bajo en nuestro país y los edulcorantes son una solución sin riesgo para los menores que les gusta lo dulce”.

Otro aspecto a destacar es la necesidad de propiciar una mayor coordinación entre los pediatras y médicos de familia con los educadores de formación física en las escuelas y así identificar de forma temprana signos de sobrepeso y obesidad y brindar el necesario apoyo a los progenitores. JGS. SJD

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